Una de las cosas positivas de ver una serie en el ámbito de un festival de cine es que puedes disfrutarla con compañeros periodistas y en contexto. Pero, sobre todo, poder testar las reacciones en vivo y en directo y después compartir opiniones sobre la misma.
Y en el caso de Instinto, el thriller erótico que llega a Movistar el próximo 10 de mayo, la opinión h sido bastante generalizada durante su pase en el 22 Festival de Málaga: la serie deja bastante frío. Y para dar fe de ello es que, tras la proyección de sus dos primeros capítulos, no hubo ni un sólo aplauso. Ni uno.
Instinto está bien. Pasable. Se deja ver. Pero no es nada de lo que nos han vendido. En las últimas semanas se ha creado cierto hype sobre su contenido de alto voltaje y se ha llegado a decir que las imágenes sexuales que se proyectaban en la ficción eran tan fuertes y explícitas que lo mismo ni se emitían.
Fuerte era Spartacus. Instinto Básico en los años 90.
Nada más lejos de la realidad. Sí, hay desnudos, hay sexo, hay sadomaso. Mucho más en el primer capítulo que en el segundo, donde brilla por su ausencia. Pero nada impactante, nada reseñable. Fuerte era Spartacus. Instinto Básico en los años 90. Pero en pleno 2019, este Instinto es muy básico. Hasta en El Embarcadero se respira más sexo que aquí.
Olvídense de grandes orgías, del vicio, de la perdición. Todo está en un plano muy secundario, muy voyeaur. Y eso por no decir que la primera raya de cocaína no se ve hasta bien bien entrado el segundo capítulo. Y si las orgías se definen por algo es por alcohol y drogas.
Y si se preguntan si hay desnudos masculinos y, particularmente, si Mario Casas se desnuda… sí, lo hace. En la primera y supuestamente impactante primera escena en la ducha en la que más de uno correrá a pausar para intentar captar el momento. Pero nada más.
La cara y la cruz de los Casas
En cuanto al thriller, poco o nada se adivina. O al menos en sus dos primeros capítulos. Y eso que Silvia Alonso es el ingrediente perfecto para ello, luciendo espectacular, envolvente, sensual, y deslumbrando desde el primer segundo en el que aparece en pantalla.
Pero, como dicen en la nota de prensa, Instinto es más “un drama sobre las relaciones humanas y, en especial, sobre los miedos, obsesiones y la soledad de las personas”. Y el sexo es sólo el vehículo para hablar de ello.
De aquí que esa obsesión enfermiza por el sexo del personaje de Casas, parezca totalmente desaprovechada. Y es que, salvo en muy contadas ocasiones, pocas veces podemos ponernos en la piel de alguien que vive como esa obstinación por el sexo como veíamos en el Shame de Michael Fassbender.
En cuanto al terreno interpretativo, Casas está demasiado lineal y cuesta enfatizar con su personaje con esa pose tan excesivamente rígida. Mucho mejor Jon Arias y, sobre todo, Óscar Casas, que se revela aquí como un actor con un futuro prometedor. Y, obviamente, mejor no hablar de Lola Dueñas, como siempre inmensa.
En definitiva, Instinto es una serie con la factura de la calidad a la que nos tiene acostumbrados Bambú, muy bien dirigida, con una excelente fotografía y con un reparto notable. Sin embargo, no es ni de lejos el thriller erótico que se esperaba. Una oportunidad perdida.