Moribundo. Como un enfermo que arrastra su agonía hasta el último suspiro. Así desaparece hoy Canal+. Lo mejor que ha tenido la televisión en España en décadas. El canal que cambió un país. Que lo modernizó. Que lo sacó de las sombras televisivas para meterlo en el siglo XXI. Que hizo a sus ciudadanos ambicionar más cine hasta el punto de convertirnos en potencia mundial de la piratería. Que los enganchó a la droga dura del fútbol. Que adelantó el postureo 20 años a la llegada de las redes sociales ("¿Cómo? ¿Qué tú todavía no estás abonado al plus?"). Y que, sobre todo, democratizó algo básico para el avance de una sociedad: el cine porno.
De un viernes para otro, una televisión en España abría una enorme ventana a lo prohibido
Canal+ muere hoy, abandonado, desahuciado y desmembrado. Entonemos un réquiem por uno de sus más ilustres destacados de parrilla: la peli porno del plus. Posiblemente muchos de los que hoy lean estas líneas jamás habrán pisado la sección de películas X de su videoclub de barrio. No habrán recurrido al contrabando de revistas para adultos halladas medio rotas en un descampado. Ni habrán sufrido por encontrar el escondite perfecto en su habitación, teóricamente inalcanzable para madres ávidas de limpieza e higiene.
Normal. Canal+ cambió la forma de acceder al sexo a toda una generación. De un viernes para otro, una televisión en España abría una enorme ventana a lo prohibido. Al deseo. Al placer. A El Dorado. O a 'Tolonegro'. Como prefieran verlo. Y puestos a verlo, a ser posible, decodificado. Aquellas rayitas grises, negras y blancas, esos ruidos ininteligibles y un cifrado de imágenes que, combinado con una poderosa imaginación,dejaban intuir el paraíso escondido tras una llave blanca por solo 20 duros al día.
Los padres de familia decían que se abonaban por el partido del domingo (por lo visto no tenían bastante con el de los sábados de la FORTA); y las madres, grandes cinéfilas, por las películas, que eran muy recientes y que además les permitía acostarse a horas decentes porque no había anuncios.
Pero los viernes por la noche la rutina del sueño cambiaba. Había deporte en televisión, pero se jugaba con otras pelotas. Y los matrimonios, a veces en solitario, a veces en conjunto, comenzaron a acercarse a un mundo nuevo. El vídeo VHS cobraba de nuevo sentido. Grabar en LP dos grandes películas de Hollywood y una porno (parrilla habitual de Canal+ un viernes) era costumbre. Ya no hacía bajar al videoclub y pasar ese ratito de vergüenza alquilando una de dibujos y una 'peli cochina'. Bastaba con programar el vídeo y dejar que el REC hiciera su trabajo.
Canal+ sabía de la joya que tenía entre manos. Su revista de abonados no tenía reparos en destacar el gran estreno de los viernes (el de las 22:00h y el de las 02:00h). En ilustrar su parrilla con sugerentes imágenes. Estrenar Parque Jurásico o emitir un Barsa-Madrid estaba bien. Pero jamás antes hubo sexo explícito en televisión en España.
El salto al estrellato de Rocco Sifredi
Canal+ rompió ese tabú y la sociedad se lo agradeció. Ni un fin de semana sin su peli porno. Salvo Navidades y Semana Santa, que una cosa es ser un canal de pago y otra pasarse de modernos. Así se pasó de la oscuridad sexual al fogonazo. Y como todo fogonazo, nos deslumbró hasta quedarnos ciegos.
Ver porno ya no era cosa del pervertido del pueblo, sino de cosmopolita pudiente abonado al plus
Canal+ dobló sus emisiones (porno el viernes, porno el sábado), mientras que su versión Canal Satélite Digital reinventaba el concepto Pay Per View. Llegaban las Taquillas X, XX y hasta la Taquilla XY, para público homosexual. Rocco Sifredi se convertía en una estrella al tiempo que su leyenda del vaso de tubo se propagaba hasta por los salones del té. Ver porno ya no era cosa del pervertido del pueblo, sino de cosmopolita pudiente abonado al plus. Como sería el tirón que el porno tenía en este país que hasta desembarcó la mayor factoría de erotismo mundial: PlayBoy TV.
La llegada de Internet lo cambio todo, no hace falta explicarlo. Industrias como la musical o la cinematográfica siguen lamiéndose heridas provocadas por este mundo interconectado, mientras la red se ha convertido en un inabarcable contenedor pornográfico donde cualquier vicio, perversión o filia sexual tiene satisfacción inmediata. Sin intermediarios, sin revistas, sin horarios y sin abonos extras.
Hoy muere Canal+. Esparcido en multiplexados, paquetizaciones y tematizaciones varias. Sus cenizas, esparcidas por la era digital. Pero para el recuerdo queda la peli porno de los viernes. Honraremos, como merece, su memoria.