La casa de Gran Hermano 16 en Guadalix de la Sierra apagará sus luces este miércoles hasta la entrada de nuevos concursantes en la cuarta edición de GH VIP que arranca el próximo mes de enero. Esta edición del reality echa el cierre y ya tenemos una nueva hornada de jóvenes (y Maite) dispuestos a llenar horas de televisión.
Hasta que arranque la próximo edición de anónimos, estos son los que llevarán la corona. Este año, Gran Hermano le ha enseñado mucho a los espectadores y a la propia cadena a jugar. Desde el primer momento, el reality se ha divertido con los espectadores, metiéndoles en el juego y haciéndoles formar parte del show. Y así es como ha logrado convertirse en la edición más vista del programa desde 2010. Las luces de Gran Hermano están lejos de ser apagadas para siempre.
1. Twitter no marca el programa
Las redes sociales han sido un elemento fundamental en esta edición del programa. Desde Twitter han aparecido rumores, plataformas de apoyo o movimientos contra alguno de los concursantes. Sin embargo, esta red social no siempre ha llevado la voz cantante.
En Twitter ha habido mucho movimiento de fan a favor de algunos concursantes que finalmente no han tenido tanto apoyo como el esperado. Es el caso de Marta, una de las favoritas desde Twitter que ha quedado quinta a las puertas de la gran final por debajo de personajes como Han, sin tanta revolución social a sus espaldas.
2. La pena es un elemento fundamental para ganar
Si muchas voces se levantaron para decir que a Mariano Rajoy le vino muy bien (electoralmente hablando) el golpe que recibió en Pontevedra, en Gran Hermano pasa más o menos lo mismo. El pasado año ya vimos como Paula recibió el apoyo del público cuando fue rechazada por Omar ante los ojos de toda España.
Este año, la elegida de estos mismos forofos es Sofía. La participante ha tenido que ver cómo Suso elegía a Raquel después de pasar por su cama. Esto genera, sin planearlo, un fenómeno fan fuera de la casa que puede convertir en ganador a cualquiera.
3. Lo importante son los bolos
El maletín se ha quedado en un segundo plano comparado con el dinero que pueden generar los concursantes si crean polémica dentro de la casa. La estrategia perfecta es estar lo suficiente dentro del reality como para generar titulares pero no tanto como para que se termine y no te de tiempo a rentabilizarlo.
Este año, Suso y Raquel son dos de los nombres más cotizados fuera de la casa. Puede que su forma de ser no tuviese mucho éxito dentro de la casa, pero ahora las discotecas se pelean por llevarles en sus carteles de promoción.
4. El fenómeno #GHDirecto
Sólo fue trending topic un día, al día siguiente del estreno del programa. Y es que Twitter no permite que un hashtag se repita a menos que pase suficiente tiempo. De no existir esta norma, #GHDirecto sería trending topic todos los días de la semana. Twitter se ha convertido en la plataforma perfecta para que los seguidores del programa intercambien sus impresiones a cada segundo. Y no importa que sean las 4 de la mañana.
Twitter también ha marcado una nueva forma de elegir a los ganadores del programa. Y es que a través de esta red social se han iniciado movimientos nunca antes visto. Numerosas cuentas pedían recargas a móviles para entrar en el concurso de una cena con alguno de los concursantes. Estas cosas sólo pueden pasar con Gran Hermano.
5. Un buen casting
Parece mentira que una edición 16 de un reality pueda llegar a sorprender. Sin embargo, Zeppelin consiguió un casting inicial que mantuvo a los espectadores pegados al televisor durante los primeros días. Por suerte o por desgracia, el programa se quitó del medio demasiado pronto a algunos de los nombres más atractivos para el show. La audiencia manda y prefirió una convivencia más tranquila. Sin embargo, el programa se ha encargado de tenerles muy presentes durante estos tres meses con una repesca, entradas sorpresa o debates interminables.
6. El juego con el espectador
Los secretos han sido algo fundamental para esta edición de Gran Hermano. Si bien los concursantes estaban descolocados, el simple hecho de hacer dudar al espectador de todo lo que pasaba ha hecho que surjan numerosos rumores y quinielas que les han hecho entrar en el juego como nunca antes había pasado. Gran Hermano siempre se ha vendido como un experimento sociológico en el que los concursantes eran observados por millones de personas. En esta ocasión, sin embargo, el programa se ha encargado de experimentar también con las impresiones del público.
7. La emisión, sagrada
Que nadie se meta con un seguidor de Gran Hermano o arderá entre las llamas. No importa que el país esté a mundo de cambiar y que se estén viviendo las elecciones más importantes de los últimos años, la emisión de Gran Hermano es sagrada. Así lo demostraron muchos seguidores del reality el pasado domingo, cuando se quejaron porque Telecinco prefirió alargar el especial informativo sobre el 20D en vez de emitir el último debate de la edición. Menos mal que no fue una gala tradicional de los jueves o hubiese ardido Telecinco.
8. No importa que nos engañen
Gran Hermano cada vez es más show y cada vez menos reality. Ya no importa que no nos cuenten toda la verdad y que el espectador no sepa lo que está pasando dentro de la casa al 100% para tomar una decisión en la votaciones. El programa prepara un guión que el espectador irá descubriendo poco a poco según avancen las semanas. No importa que nos tomen el pelo.