Vestida con bata de flores y luciendo unos generosos pendientes de oro, la Tota (Laura Baena) llama a Darío (Salva Reina) para preguntarle por un cadáver que acaba de aparecer en los montes de Málaga. Tras un par de frases en tono amenazador, le cuelga el teléfono y se dirige a un sofá, en el que está tumbada una chica más joven que ella, rubia, que solo viste una camiseta y braguitas.
Pese a su mal humor, la Tota le da un cariñoso golpe en el culo a la muchacha, que se incorpora, dejando sitio para que la mujer madura se siente. Luego, se acurruca encima de sus piernas. La matriarca del clan de los Cucos piensa qué va a hacer con la complicada situación que tiene encima, mientras acaricia los pechos de su pareja.
A La Tota le quita el sueño que "los negros" le quiten el mercado de la droga, no su homosexualidad
De esta manera tan natural, la serie Malaka nos ha presentado un personaje lésbico alejado de todo lo que habíamos conocido hasta ahora. Y es que, como ya analizó este portal, la ficción española cada vez cuenta con mejores personajes LGBTIQ+, que integran la orientación sexual o la identidad de género de los personajes sin dramas ni culpabilidades.
La Tota es una mujer lesbiana, pero su conflicto no es que le gusten las muchachas más jóvenes que ellas, ni siquiera siendo gitana. A ella le quita el sueño que en Málaga se esté vendiendo una nueva droga llamada oro que se escapa a su control. Que “los negros” estén amenazando su negocio del tráfico de estupefacientes, que su hermano sea un inútil gestionando conflictos.
La homosexualidad de La Tota está ahí, como un elemento más de su personalidad. De hecho, gracias a su historia de amor, sabemos que no está todo el día cabreada ni gritando. Que también puede tener gestos cariñosos, que puede manchar de mayonesa la nariz de su chica en una escena cotidiana. Que su moneda tiene otra cara dulce, que a La Tota también se le puede querer, no solo temer.
Arturo de ‘Señoras del (h)AMPA’, al otro lado de la ley
En Señoras del (h)AMPA vemos un caso parecido cada miércoles. Allí tenemos un personaje gay en el otro lado de la ley, Arturo (Raúl Mérida). Arturo está casado con otro hombre, tiene un hijo, y casi es una señora del AMPA más como el resto de protagonistas, como Lourdes (Malena Alterio), Mayte (Toni Acosta), Virginia (Nuria Herrero) o Amparo (Mamen García).
El conflicto de Arturo tampoco está relacionado con su orientación. Es gay, y se dedica a un oficio tan heteropatriarcal como la policía sin problemas. A él lo que le preocupa es saber si hay gato encerrado o no tras la desaparición de Elvira (Marta Belenguer), y se convierte en la única persona que hace caso a los aparentes desvaríos de Anabel (Ainhoa Santamaría), que quiere saber a toda costa qué le pasó a su amiga.
El caso de “Lumelia” en ‘Amar es para siempre’
Generalmente, las series han mostrado más personajes gays que lésbicos, si bien, poco a poco la cosa va evolucionando. En Amar es para siempre tenemos la historia de Luisita (Paula Usero) y Amelia (Carol Rovira), quienes hace casi un año se dieron su primer beso en la ficción diaria de Antena 3.
Al tratarse de una serie ambientada hace medio siglo, ahí sí que nos encontramos con personajes que viven su orientación sexual como un conflicto; no olvidemos que entonces en España había una dictadura en la que ser homosexual era algo que estaba perseguido; de hecho, Luisita ha pasado alguna noche en el calabozo por relaciones indebidas.
'Amar' enseñó a un público más mayor que el problema no lo tiene el homosexual sino el homófobo
Si en Élite la relación de Omar y Ander ha creado la carpeta Omander, no podemos quitarle mérito a la que crean estas dos jóvenes, llamada Lumelia. El valor de esta trama, si bien es más convencional, es enorme, porque ha hecho que el público de la serie, generalmente mayor, pueda reflexionar sobre la libertad para amar. Que normaliza que dos chicas jóvenes se quieran, que se besen a las cuatro de la tarde por televisión. Que son un ejemplo de esas mujeres que vivían juntas se hacían llamar amigas cuando eran algo más, algo a lo que no se le podía poner nombre en voz alta.
“Tu problema es que, desgraciadamente, piensas como toda esa gente que opina que tu hija no es normal y que mi amor por Amelia es antinatural” llegaba a decirle Luisita a su padre, Marcelino (Manuel Baqueiro), en un episodio. Pero se lo decía también al público, a la audiencia. Que el problema no lo tiene el homosexual, sino el homófobo.