El nivel de los aspirantes de MasterChef no está convenciendo a los jueces, a pesar de que estamos viendo en teoría a los mejores de 25.000 aspirantes que se apuntaron al cásting. Si la pasada semana, por primera vez se quedaba un equipo sin sacar ni un solo plato, en esta vimos a dos participantes llevarse el delantal negro ya en la primera prueba del programa, que no está destinada a esto.
Los jueces les encargaron realizar un plato, dulce o salado, en el que la nuez tuviese un gran protagonismo, y Laly y Alicia, que formaban equipo, hicieron pasta de arroz con dos tipos de salsas. Sin embargo, el producto estaba mal tratado, la pasta estaba hecha un bloque, y para que aprendiesen la lección, el jurado les entregó dos delantales negros. "Vuestros platos son tan malos que la única manera de que aprendáis y evolucionéis de verdad es que vayáis directamente a eliminación. Espero que esto os sirva para que os lo toméis en serio y os pongáis las pilas" les dijo Samantha Vallejo-Nájera.
Alicia además fue una de las capitanas en la prueba de exterior, que se desarrolló en Castilla La Mancha, y se vio desbordada en la misma, una actitud que arrastró a la prueba de eliminación, en la que fue una de las dos peores aspirantes.
En la cuerda floja estuvo también Marcos, el cerrajero que había recibido buenas críticas en la primera prueba. Sin poder controlarse, rompió a llorar y pensó en colgar el delantal. “Me quiero ir, de verdad. Me quiero ir con mi mujer. No valgo”, se lamentaba el concursante, que admitió que está acostumbrado a que le digan que lo hace bien y no sabe encajar las críticas.
“Esto no es una vida. Son cinco minutos de no pensar en otra cosa más allá de lo que te gusta hacer, que es cocinar. Dame solo eso. No pienses en nada más” le pidió Jordi, unas palabras que le sirvieron ya que logró ser mejor, aunque por poco, que Alicia, que al final, terminó siendo la expulsada del tercer programa.