En España la extrema derecha está avanzando, y además, se encuentra con televisiones deseosas de dar voz a sus opiniones. Si tomamos como ejemplo Vox, vemos cómo Santiago Abascal será entrevistado próximamente por Bertín Osborne de manera simpática en Mi casa es la tuya, y a todas luces se obviará por completo, por ejemplo, cómo el líder de Vox amenaza con mermar los derechos del colectivo LGBTIQ+ con su compromiso de cambiar "el nombre" del matrimonio homosexual si tiene oportunidad.
También podemos recordar cómo en El programa de Ana Rosa el propio Abascal afirmó que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer y que a la unión de una pareja homosexual se le debe llamar unión civil. En ningún momento Quintana le rebatió que una unión civil no da los mismos derechos que un matrimonio o que estas uniones civiles no tendrían derecho a acceder a las ayudas a "familias naturales" que defiende VOX.
Al igual que en Brasil o Estados Unidos, la ultraderecha se deja notar cada vez más, y en España estamos viendo noticias día a día sobre ataques a personas o instituciones LGBTIQ+ que son para llevarse las manos a la cabeza. Como la brutal agresión homófoba en León en la que un grupo de neonazis apuñalaron (y grabaron) a un joven al grito de "hasta que quede muerto" y “maricón de mierda”. Esta semana, tres jóvenes de Gijón fueron detenidos por una agresión homófoba a un hombre el pasado 13 de enero, cuando le insultaron llamándole “maricón de mierda”, le pegaron y le robaron el móvil, dejando a la víctima sangrando.
La televisión puede servir para blanquear la ultraderecha, pero también para que otros abran los ojos
El colectivo Hazte Oír ha recorrido España durante un tiempo con un autobús con un mensaje que incita a discriminar a las personas transexuales, en concreto, a los niños, los más vulnerables, y más recientemente, ha lanzado once propuestas a los partidos políticos de cara a las elecciones generales del 28 de abril, y entre ellas, está derogar el matrimonio homosexual porque “no es equiparable” al matrimonio entre hombre y mujer.
Y no nos olvidemos de cómo el pasado enero atacaron la sede del centro LGTBI de Barcelona, que un día amaneció con los cristales rotos y pintadas como "Estáis muertos" o "Fuck LGBTI".
La televisión puede ser una herramienta para blanquear la extrema derecha, sí, pero también para abrir los ojos a otras muchas, para hacerles reflexionar y que detecten por sí mismo la merma de derechos que puede suponer que un partido de estas características ascienda al poder. Y cómo las personas gays, bisexuales, intersexuales, transexuales y demás necesitan leyes específicas que les protejan del odio.
Y no solo se puede lograr a través de programas de debates e informativos, y un buen ejemplo para encontrar este tipo de mensajes es el programa RuPaul’s Drag Race, que en España se puede ver a través de Netflix.
“Me decían puto maricón, vamos a matarte”
La pasada semana, el programa emitió una parodia de la vida de Donald Trump a través de un espectáculo musical, y esto sirvió para hablar de políticas. “Es increíble que un ser humano pueda decir: no quiero que otro tenga los mismos derechos” comentaba sobre los conservadores Brook Lynn Hytes, una de las participantes con mejor carrera hasta el momento.
Nina West, otrade las favoritas de la competición junto a Brook, explicó cómo su familia es republicana y él lo fue de joven, pero que por su propia homosexualidad “ahora soy liberal y super progresista”.
Así, explicó cómo el hecho de ser homosexual le hizo temer por su propia vida en su etapa universitaria, pues había un grupo homófobo en su campus. “Me acosaron, me destrozaron la habitación y amenazaron con matarme. Me metían mensajes por debajo de la puerta, amenazándome, me dejaron un mensaje con voz distorsionada que decía puto maricón vamos a matarte” relató.
Es increíble que un ser humano pueda decir: no quiero que otro tenga los mismos derechos
Nina, cuyo nombre real es Andrew Levitt, tuvo que cambiarse durante un tiempo a un pabellón femenino, escondido, mientras localizaban al autor de esos mensajes, pues un día “un estudiante me dijo que alguien estaba intentando entrar en el edificio. Cogí el teléfono y la voz distorsionada dijo: Vamos a entrar. Vamos a por ti”. Recuerda haberlo pasado especialmente mal ya que aquello ocurrió en “la época de lo de Matthew Sheppard”, el chico homosexual que estando en un bar fue seducido por dos homófobos que lo llevaron hasta la mitad del campo, lo ataron, lo colocaron sobre una cerca de madera y lo golpearon hasta la muerte.
Exorcismos y terapias de reconversión
No son pocas las drags del programa (ya han pasado más de cien por el taller) que han tenido problemas con su familia por su orientación sexual, o por dedicarse al mundo del transformismo. Un ejemplo es Dusty Ray Bottoms, el participante de la temporada 10, cuya marca de la casa era maquillarse con puntitos.
Fernando Paz, de Vox, defendía las terapias "de reconversión" que los concursantes catalogan de humillantes y terribles
Dusty explicó en el programa que en su juventud acudió a las llamadas sesiones de terapia de conversión gay (del estilo a las que Fernando Paz, de Vox dijo que llevaría a sus hijos si fuesen homosexuales) y cómo un pastor le advirtió que nunca encontraría el éxito o el amor en una relación gay. Incluso, le hicieron un exorcismo para que dejase de sentirse atraído por los hombres. “Fue lo más humillante y terrible de mi vida” explicó la participante, que ya no tiene relación con sus progenitores pues escapó una noche de uno de esos campamentos y cerró todo lo relacionado con su pasado.
Tempest Dujour, de la temporada 7, podría comprenderla bien. En el capítulo de repesca, la que fue primera expulsada de su edición se preguntó qué pensaría su madre al verle en televisión con ropas y maquillajes femeninos, pues jamás ha visto el programa.
“Hice terapia de reorientación para hacerme hetero. Fue horrible, todo es: Tienes que rezar más, date prisa. tienes que quedar con chicas, y de golpe te haces heterosexual. Casi me destruye” confesó, para añadir que quería contar su historia “para mostrarles a esos chicos que luchan que hay alguien que les entiende”.
Tampoco lo tuvo fácil en casa Trixie Mattel, también de la temporada 7. Su nombre de drag tiene una historia muy triste pero sabia, pues hizo del insulto su arma para salir hacia adelante. “Cuando estaba siendo sensible o actuando de forma femenina, mi padrastro me llamaba Trixie. Durante años, fue una de las palabras que más odiaba, así que elegí Trixie, que tanto daño me hizo, como nombre drag. Ahora es algo de lo que estoy orgullosa”.
Explicó que la situación era tan insoportable que la policía tuvo que sacarlo de casa cuando tenía 15 años. “Cuando tienes abusos en casa no eres consciente porque es lo único que conoces”, reflexionaba la drag, quien ha sufrido también rechazo por parte de la familia de su pareja por el hecho de dedicarse al transformismo.
El mensaje clave: “Todos tenemos el poder de generar cambios”
Las historias personales de las reinas podrían seguir extendiéndose. Cómo Kim Chi no puede hablar ni de su homosexualidad ni de su carrera drag con su madre, cómo Kameron Michaels ha tenido parejas que le han obligado a dejar de hacer drag, y sin olvidar las entregas en las que se ha expuesto la homofobia en el deporte o en el ejército.
Una vez fuera del concurso, podríamos hablar de cómo muchas de las drags, a pesar de ser ya estrellas, siguen viviendo ataques homófobos (Farrah Moan, Shea Coulee, Valentina, Trinity Taylor…). Hasta la artífice del invento, RuPaul recibió comentarios homófobos en las redes sociales al revelar que había contraído matrimonio.
Para terminar este reportaje, nada mejor que una cita de la ya mencionada Nina West. “Que nadie diga que vuestra voz no cuenta. Todos tenemos el poder de generar cambios”.