Hace ahora ya nueve años, Borja Cobeaga, Diego San José y Juan Cavestany escribían Aupa Josu, una brillante comedia que contaba la historia de un consejero de Agricultura del Gobierno vasco tan patético como ambicioso, que no dudaba en postularse como el hombre clave para el definitivo abandono de las armas por parte de ETA.
La transformación de dicho piloto en serie dependía de su recepción en ETB. Su estreno a finales de diciembre se saldó con una audiencia del 10,2% de cuota de pantalla y 293.000 espectadores. Sin embargo, la cadena vasca decidió no darle continuidad.
No obstante, de ese perfecto caldo de cultivo emergió hace ya cuatro años y, con guión de San José y Cavestany, Vota Juan, un hilarante retrato del patetismo y la mediocridad de los políticos españoles que pone el foco en todo aquello que el ciudadano no ve.
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Una serie que triunfó en TNT, logrando una segunda temporada en el mismo canal bautizada como Vamos Juan, y una tercera en HBO nombrada como Venga Juan, y que ahora rescata Cuatro a partir de esta noche a las 22:50 horas con una doble entrega que seguro sabrá a poco.
Producida por 100 balas, en Vota Juan no se habla de temas netamente políticos. Ni falta que hace. La serie nos muestra a ese ambicioso político sin cualquier tipo de escrúpulos que antepone su beneficio personal al del país y que no duda en jugar con cualquier tema para sacarle rédito y así afianzarse en su cargo.
Políticos mediocres cuyo sueño es sentarse en El Hormiguero o que les entreviste Ana Pastor o Ana Rosa Quintana. Políticos de dudosa preparación que, gracias a un harén de pelotas como el notablemente interpretado por Adam Jezierski -que nos recuerda al Pablo Casado amante de Aznar-, consiguen escalar puestos para sorpresa de todos.
El comienzo de la ficción con reminiscencias a aquel surrealista episodio del exministro de Agricultura, Miguel Ángel Arias Cañete, comiendo yogures caducados es simplemente brillante. Tan brillante como las interpretaciones de Javier Cámara, María Pujalte y Nuría Mencía.
Las ridículas conversaciones de despacho y pasillo en la sede de un ministerio, el falso discurso para engañar al votante, las estrategias para que la prensa hable de los temas que les interesa… Todo ello tiene cabida en Vota Juan.
Y lo hace sin la necesidad de recurrir al chiste fácil ya que bastante ridícula es nuestra política a veces. ¿O cómo catalogarían sino el ‘pacto de las empanadillas’ de Manuela Carmena e Íñigo Errejón? ¿O las ochos horas de Rajoy en un restaurante mientras se debatía su final en el Congreso?