Si hay una serie que se ha mimetizado a la perfección con su título esa no es otra que The Walking Dead. Y es que desde hace ya alguna temporada vaga como un zombi por la televisión con sus audiencias en decadencia y con la crítica dándole la espalda.
De hecho la ficción ha visto cómo pasaba de congregar a 17 millones de espectadores en el inicio de sus septima temporada, a 11,4 millones en la octava y ‘sólo’ 6 millones en la novena y actual temporada. Pero, además, su último capítulo emitido ha caído a uno de sus peores datos históricos con 4,8 millones.
No le va mucho mejor en España. Atrás quedaron aquellos episodios de récord con los que FOX conseguía alcanzar casi el medio millón de espectadores. Ahora, sin embargo, aunque lidera el ránking cada lunes de la televisión de pago, tiene que conformarse con 153.000 espectadores.
Pero, ¿por qué entonces AMC sigue manteniendo con vida una serie que ha mostrado estar en decadencia? La primera razón curiosamente hay que buscarla en sus datos de audiencia… decadentes, pero muy positivos para el canal.
La serie más vista de AMC
Actualmente, The Walking Dead es la serie más vista de AMC en Estados Unidos con una gran diferencia sobre las demás ofertas. Fear The Walking Dead apenas promedia poco más de dos millones y medio; Better Caul Saul, casi un millón y medio y Lodge 49 apenas medio millón.
Y en los demográficos ocurre lo mismo. Mientras The Walking Dead alcanza los dos puntos en 18 a 49 años, otras ficciones renovadas como Fear The Walking Dead se queda en 0,78, Better Caul Saul en 0,44, Into The Badlands y The Terror en 0,36 o The Son en 0,16.
Pero, además, incluso Talking Dead, el programa posterior a cada capítulo en el que se discuten los episodios de The Walking Dead, tiene mejores datos que otras series del canal. En su última entrega emitida promedió dos millones de espectadores.
La otra gran razón hay que buscarla en sus ventas internacionales. Y es que la ficción zombi se emite en más de 120 países, con lo que ello conlleva en ganancias en venta de derechos. Un negocio difícil de rechazar al que, por supuesto, hay que sumar también las ventas por merchandising.