"Qué buena es esta serie, parece cine". Esta simple frase que se ha repetido a lo largo de los últimos años ha servido para que se abra un debate en torno a si las nuevas series, que tanto fan están generando a su alrededor, son televisión o cine. Sobre ello se habló el pasado miércoles en la Academia de Cine en un debate al que acudieron varios profesionales de la industria audiovisual que han trabajado para ambos medios de distribución.
Que la Academia de Cine haya organizado este debate sobre las series de televisión ya dice mucho. Significa que la industria audiovisual mira cada vez con mejores ojos a esa pequeña pantalla que antes miraban como a una hermana pequeña que no tenía ni tanta calidad ni tanto prestigio. La llegada de nuevas plataformas de pago ha hecho que se empiecen a hacer nuevas ficciones, con diferentes narrativas, que bien han generado la envidia de la industria cinematográfica.
En dicho debate participaron importantes nombres del sector como la guionista Ángela Armero, el productor Fernando Bovaira, la profesora de Comunicación Audiovisual Concepción Cascajosa, la productora y guionista Teresa Fernández-Valdés, el guionista Alejandro Hernández, el crítico de cine Fernando Lara y el director Ramón Salazar, en un debate moderado por la guionista Isabel Vázquez.
Casi todos en un principio estaban de acuerdo con una idea: las series de autor existen desde hace mucho tiempo. Hay que ir a los años 70 y 80 para ver que destacados y aclamados cineastas españoles como Antonio Mercero hacían series de televisión con la cabeza bien alta. En aquel momento hacer televisión no era hacer un producto menor. Pero la llegada de las televisiones comerciales dieron luz verde a producciones más familiares que no buscaban tanto el prestigio de lo audiovisual como sí llegar al máximo posible de público.
"Si la gente ahora dice que las series son igual de buenas que las películas, es que llevan por lo menos 20 años metidos en una cueva, porque hace más de 20 años que las series son más exigentes que muchas películas o más caras", apunta desde el principio Ángela Armero. "Muchas de las grandes series de los años ochenta y principios de los noventa son hechas por directores de cine, con ambición temática, visual, un modelo de producción parecido al del cine", añadió a esto la profesora Conchi Cascajosa.
El productor Fernando Bovaira tiene muy claro que el cine y la televisión hablan idiomas distintos y sus narrativas son diferentes. "En televisión tienes que estar pendiente del ritmo, tener más dosis de melodrama y claridad formal y narrativa. Y tener muy en cuenta cómo se va a consumir. El cine antes era el plato principal y ahora es un ingrediente más de la sopa".
Pero el gran debate en torno a este tema surgió cuando Fernando Lara puso sobre la mesa la posibilidad de llevar a los Premios Goya un premio sobre la mejor serie de televisión. Eso sí, habló de ello con muchos paréntesis. Y es que habría que describir muy bien las series de televisión que pueden competir en esta categoría, siendo él más afín a que sólo puedan hacerlo las miniseries que tienen un principio y un final muy marcado.
Lara fue el más contrario a la hora de diferenciar entre cine y televisión, pues argumentaba que ambos son productos audiovisuales destinados a pantallas diferentes. Sin embargo, dejó muy claro que ni la mejor serie de televisión podría superar a las mejores películas de nuestro panorama audiovisual.
"¿Por qué unas series sí y otras no?", defendía y se preguntaba Teresa Fernández Valdés, productora de Bambú Producciones (Velvet, Fariña). ¿Es cine aquellas películas que están destinadas a una plataforma como Netflix? De momento, Alfonso Cuarón ha tenido que estrenar en algunas salas de cine la cinta Roma para poder competir con las grandes de tú a tú.
En Reino Unido, los BAFTA, sus galardones más prestigiosos del mundo audiovisual, ya incorporan a la televisión e incluso al mundo del videojuego. En España, los Premios Feroz metieron varias categorías de televisión con mucho éxito. De momento, los Goya permanecen impasibles a la llegada del nuevo audiovisual. Sin embargo, saben que no pueden dar la espalda a su crecimiento y prueba de ello es este mismo debate provocado por ellos mismos.
Parece que ir al cine se ha convetido en un hecho romántico que desean preservar aquellos que se han dedicado al mundo de la gran pantalla durante toda su trayectoria profesional. Sin embargo, la calidad ya no puede ser un motivo para diferenciar el cine de la televisión. Son narrativas distintas que deben ser tratadas como distintas, ni mejores ni peores. La televisión es televisión y, por lo tanto, debe ser calificada como tal.