Explicaba hace ahora un año Antón Losada cuál era la teoría del abusón. “A este no le basta con la victoria. Ganar nunca es suficiente. Necesita humillar y destrozar al otro para que les sirva de lección al resto”.
Y eso es precisamente lo que ocurría esta semana en televisión viendo los movimientos de parrilla que ha llevado a cabo la fortísima Telecinco para humillar y destrozar a la débil Antena 3, que días antes se había atrevido a robarle los derechos de La Voz.
El pasado fin de semana, la cadena de Mediaset España anunciaba que trasladaba La verdad a la noche del martes para así intentar mejorar su audiencia, la final de Supervivientes al miércoles y Factor X al jueves.
Rápidamente Antena 3, ante el miedo de que La catedral del mar se viera perjudicada por la final de Supervivientes, decidía levantar su emisión del miércoles y evitaba anunciar si la trasladaba al jueves contra Factor X.
Ante este movimiento, la de Mediaset España volvía a cambiar su parrilla en menos de 48 horas y, ya en la madrugada del lunes al martes, anunciaba que la final de Supervivientes se partiría en dos: miércoles y jueves.
Sin ningún respeto
Está claro que la televisión es un mercado y cada empresa es libre de utilizar las mejores estrategias para liderar sobre su rival. Sin embargo, el afán por humillar al contrario a veces nubla la razón a los directivos de Telecinco.
Y es que esta semana han demostrado que no respetan a nadie. Ni a los espectadores, ni a los medios, ni a sus talents, ni a sus trabajadores. A nadie. Todo por el dato en un mes en el que Telecinco arrasará gracias a Supervivientes y el Mundial de Rusia.
No puede ser que a una estrella internacional le hagas cambiar su agenda de la noche a la mañana por esa obsesión enfermiza de destruir al contrario. ¿Qué imagen puede llevarse Laura Pausini de Telecinco? ¿De seriedad?
Pero, sobre todo, no puedes marear así al espectador, que termina por tener una imagen poco seria de Telecinco, lo que al final le termina pasando a la propia cadena a la hora de intentar crear marca en ficción. El espectador huye despavorido de la emisión lineal para caer en brazos del diferido.
La cobardía de Antena 3
Tampoco la actitud de Antena 3 con sus espectadores ha sido la correcta. Es evidente que no ha emitido La catedral del mar para evitar que Supervivientes la dejará duramente dañada. Sin embargo, esto no deja de ser una falta de respeto a la audiencia.
Este movimiento además ha venido a demostrar la debilidad de la cadena, que lleva años tirando la toalla frente a Supervivientes y que no consigue encontrar un formato que le de la fortaleza que el reality ofrece a Telecinco.
Habrá que ver qué tal funciona La Voz en Antena 3. De momento, la llegada del formato ha sido bastante floja con un tímido anuncio en El Hormiguero y unas modestas promociones de casting.
La de Atresmedia tiene ahora por delante el reto de crear un auténtico evento en torno a este formato que tantas alegrías dio a Telecinco. De lo contrario corre el riesgo de volver a fracasar por enésima vez en entretenimiento.