Got talent España funciona. El formato de entretenimiento de origen inglés lleva tres ediciones en la parrilla de Telecinco, y en la presente edición se ha convertido en uno de los programas estrella de la cadena.
Mediaset no duda en cambiar Got talent de día o en emitir hasta dos entregas semanales con tal de conseguir ganar la franja nocturna de audiencia, algo que suele conseguir con facilidad (y hasta holgura en ocasiones) debido a que gusta a la audiencia sin importar cuando se emita.
Uno de los hilos argumentales que tiene el programa es la relación entre los miembros del jurado, formado por Edurne, Eva Hache, Jorge Javier Vázquez y Risto Mejide, y sobre todo, entre los piques que se forman entre estos dos últimos, con tramas dignas de un culebrón.
Mientras Risto Mejide apuesta por solo dar síes a shows de calidad, independientemente de que sean de magia, de imitaciones, de cante o de lo que corresponda, Jorge Javier se deja llevar por su gusto personal. Y es que el de Sálvame es capaz de pasárselo pipa con espectáculos muy bizarros o que pudieran catalogarse de frikis. De hecho, este mismo viernes Vázquez dejaba claro que es un hombre de gustos encontrados, y con delgadas líneas que separan lo formidable de lo inusual.
Tras la actuación de un mimo, Mr. Basic, Vázquez comenzó una valoración positiva en la que tildaba el espectáculo de formidable y onírico, pero acababa su valoración diciendo que “en realidad me ha parecido un rollo”. Sus compañeros le preguntaban que por qué de esa sentencia, a lo que Jorge Javier respondía que “no sé diferenciar la grandeza de la pequeñez, así me va en la vida”. Al final dio un sí, promovido por el hecho de que Risto admitió al concursante que le había hecho sentir ridículo tras sacarlo al escenario, algo que a al publicista no le suele pasar, según sus palabras.
En Got talent brilla el talento de verdad, con actuaciones y performances que bien podrían verse en un selecto cabaret, un concierto en un estadio o en el Festival de Eurovisión. Aunque también hay lugar para lo freak, lo absurdo, lo naïf, ese tipo de números que enloquecen a Jorge y Eva Hache. Números necesarios en el programa para descargar un poco el ambiente, que sirvan un poco de oasis.
Jorge Javier admite confundir la grandeza con la pequeñez
El espectador no quiere, en este tipo de programas, ver exclusivamente números sobresalientes. Sería muy pesado ver una entrega en la que tras cada actuación el jurado acabase llorando, el público en pie y se pulsase el botón dorado. Agotaría.
Got talent no es Eurovisión 1969, allí no puede ganar todo el mundo, hay que hacer cribas, y el permitir concursantes poco pulidos y con tintes de humor ayuda a esta tarea. Al igual que Tu cara me suena necesita un David Amor o una Terremoto de Alcorcón que no sean concursantes perfectos ni lo pretendan, en Got talent se requiere un japonés vestido de Minnie Mouse que toque las castañuelas. O un Tequila que baile como le sale de las entrañas, y una mujer cuyo talento sea mover sus enormes tetas al son de Raffaella Carrá. Y de igual modo, hace falta un poco de sorpresa, y que haya algún sí cuando lo lógico sería que se diesen cuatro noes. Y que alguien que a priori parezca freak resulte ser un talentazo, porque si no qué predecible sería todo.
Pese a la polémica victoria de El Tequila, promovida desde Foro Coches, el espectador de Got talent quiere ver numerazos que le pongan la piel de gallina, o que le rompa por dentro, o que le deje con la boca abierta pensando cómo alguien puede llevar a cabo tal o cual destreza. Porque si hasta Risto puede ver un número que le salte las lágrimas, ¿cómo no se va a emocionar la gente desde casa?
Si Risto acaba con las lágrimas saltadas, ¿cómo no se va a emocionar la gente desde casa?
Solo hay que ver cómo ha evolucionado Operación Triunfo o el propio Tu cara me suena para comprobar que en la televisión actual se buscan numerazos sofisticados, completos, redondos, y con cierto riesgo de fracaso, para que así se pueda valorar más su buena ejecución.
Los tiempos de 'El Semáforo' ya pasaron
Hubo un tiempo en el que los talentos freaks funcionaban en la televisión. Aquellos años de El Semáforo, en el que España enloquecía con el arte de Cañita Brava cantando a dos voces o Musiquito y su '¿Dónde está la mosca?' Mas eso ya pasó, al igual que el humor de Barragán o Marianico el Corto, que no tienen cabida en la televisión presente porque lo que triunfa va por otros derroteros.
De hecho, Telecinco ya intentó hacer un programa de talentos freak con todas las de la ley y aquello no funcionó. Se llamó Todo el mundo es bueno, emitido en verano de 2012 y presentado por Pilar Rubio y José Corbacho. Aquello fue un pequeño batacazo, y sus audiencias rondaron entre el 11 y el 7,5%. De hecho, pronto pasó del prime time al late, con tal de darle salida.
Menos mal que Got talent está hecho de otra pasta y no correrá esa mala suerte . Porque hace falta programas así de divertidos, de entretenimiento puro, de esos que haces zapping porque no recuerdas qué dan hoy (¡normal con tanto cambio en la parrilla!) y al final te quedas viéndolo el resto de la noche, porque entran solos.