Este lunes Cuatro programó en su prime time las dos primeras entregas de Ven a cenar conmigo, un concurso que en su día emitía Antena 3 en el que un grupo de desconocidos organiza una cena en su casa. Tras el postre y en secreto se vota, cual Eurovisión gastronómico, al anfitrión; quien más puntos obtenga al final de la semana se llevará 3.000 euros de premio.
En su día fui seguidor acérrimo de Ven a cenar, por lo que me apetecía bastante ver cómo regresaba a la televisión. Y lo hizo por la puerta grande. La productora Warner Bros. ITVP ha sabido reinventar el programa lo justo para hacerlo contemporáneo, con un ritmo extremadamente ágil, y coronado unos mordaces comentarios de Luis Larrodera, el gran off de la televisión en España.
Cuatro ha impregnado el programa de ese aire tróspido que caracteriza a su telerrealidad, poniendo un amplio abanico de música acorde a cada comentario y situación, yendo de melodías románticas a la sintonía de Stranger Things. Y por si fuese poco, a la que te descuidas Larrodera soltaba algún chascarrillo que arrancaba una sonrisa cuando no una carcajada.
La primera tanda de concursantes (con todo tipo de perfiles) dejó momentos célebres, con flirteos, dardos y puñaladas, decoraciones excesivas, platos precocinados y ansias por aplastar a los rivales por un puñado de euros. Gente capaz de tener una máquina de humo en su salón para hacer un fiestón discotequero tras el ágape, o que invita a sus comensales a ponerse pelucas y gafas para bailar como si aquello fuese la barra libre de una boda.
Ven a cenar conmigo debutó con un 7,4% y 1.052.000 espectadores, pero habrá que ver qué datos cosecha en su horario real. A partir de este martes las cenas se emitirán a partir de las 20,30 horas, después de Noticias 2 y antes de First Dates, dating de la misma productora. Así, Cuatro se vuelve la hermana pequeña Telecinco que intenta molar tanto como la mayor, con telerrealidad por doquier (recordemos que el miércoles se estrena Quién quiere casarse con mi hijo). Sin embargo, esta hermana pequeña tiene su personalidad suficientemente como para evitar comparaciones, y con la ventaja de que sus formatos, al ser más frescos y editados no exigen un consumo televisivo tan intenso cada semana como con Gran Hermano o Supervivientes.
Por no decir solo cosas bonitas, criticaré que cómo ha hecho mella la crisis en los premios en televisión. En 2008 en Antena 3 se competía por 6.000 euros y solo eran cuatro comensales los que participaban, y aquí hay cinco que afilan los cuchuillos por solo la mitad del dinero. Pero seguro que quien gane los 3.000 dirá que le van estupendamente para tapar agujeros, que es lo que se dice cuando uno gana un puñado de euros por televisión.