Somos varios los que ya hemos podido ver Proyecto Bullying. Unos minutos antes de que Mediaset España recibiese una notificación de la Fiscalía de Menores de Madrid en la que les prohibía emitir Proyecto Bullying, la cadena estaba enseñando a un grupo de periodistas el censurado proyecto de cara a la promoción previa a su estreno. Y no es para tanto.
El programa pone sobre la mesa el problema del acoso infantil, pero no se mete en el fango. Se han grabado cuatro casos en los que se pone el foco en el niño que está sufriendo problemas en el colegio y en sus familias, como ya han hecho otros programas de la cadena como Hermano mayor. Pero el programa no culpabiliza a otros menores ni les pone contra la pared.
Mediaset España no actúa ni de juez ni de verdugo en este programa de televisión. El grupo sólo muestra una situación que existe y que nadie puede negar. Pero no señala al culpable en ningún momento y pone al acosador como el centro de la problemática. Proyecto Bullying sólo refleja los pensamientos de un joven de cara a la situación que está viviendo, intentando que los espectadores se metan en su piel.
De hecho, en Mediaset han querido huir por completo de los casos más problemáticos. Saben de sus límites y de lo que pueden controlar y no han querido complicarse la vida. Por eso en Proyecto Bullying no se verán palizas a niños o altercados a menores con cierta violencia física. El programa centra todo su potencial en la violencia verbal, más fácil de tratar en televisión.
El programa cae en errores cuando convierte en entretenimiento un problema tan grave como el acoso infantil. Cuando usa este medio como plataforma para que diversos artistas (Sweet California en el primer programa) promocionen sus trabajos mientras ayudan a los jóvenes a tratar sus problemas. Por eso se le trata como programa de entretenimiento y no como formato documental.
Proyecto Bullying pone sobre la mesa un problema que no va a desaparecer por mucho que se intente silenciar. De hecho, este programa, aunque no resuelva incógnitas, podría servir para abrir un debate tabú. Por eso es ininteligible que las fiscalías hayan prohibido su emisión con la intención de proteger al menor (al acosador y al acosado) de cualquier reprimenda posterior.
La escena más sensible a ojos de cualquiera es en la que un grupo de niños se sienta a ver las imágenes que el acosado ha grabado con una cámara insertada en su mochila. Este grupo de jóvenes, que ya no están pixelados pues cuentan con el permiso de los padres, reacciona con dolor, entre lágrimas y pidiendo perdón por sus actos. Tal vez un resultado demasiado feliz para los desenlaces fatales que estamos acostumbrados a ver en los medios de comunicación. Pero un final necesario para mostrar y demostrar que el acoso tiene un principio y un final.
El programa presentado por Jesús Vázquez pone el dedo sobre la llaga y demuestra que, con un poco de esfuerzo personal de tú a tú se pueden solucionar muchos casos de acoso menores que, entre tanto papeleo y permisos, se pierden como un problema administrativo más. Y a nadie le gusta que metan el dedo en la llaga.
*Cuatro emite este miércoles un programa especial en prime time en el que explicarán todas las trabas que le han puesto desde las fiscalías de menores para emitir este programa.