Ya lo sé. Sois todas muy modernas. La comida la hacéis en la Thermomix. No os miráis a la cara para insultaros: lo hacéis vía Whatsapp. La compra la hacéis por internet y las cuentas del banco (menos las de Panamá) las gestionáis con la APP del móvil. Si os encamáis con un maromo, no es porque os habéis conocido en la biblioteca o poniéndoos ciegos de copas en cualquier tugurio... no. Os acostáis con cualquiera siempre que os mande primero un mensaje (con foto de la herramienta, a ser posible) a través del Grindr o el Badoo. Sois mujeres del siglo XXI. Chochos "conectados". Vamos, que la TV la veis "a la carta". Pues ¿sabéis que os digo? Me aburrís.
Yo soy de una generación en la que ver la tele era un rito ineludible.
Que sí, que está muy bien eso de ver el programa que quieras, la serie que quieras (¡Hasta el debate de La 1! ¡La Agrosfera! ¡El programa ese de la defensora del espectador!) cuando te salga del mismísimo. Pero, ¿dónde ha quedado la liturgia de sentarse a ver la televisión porque "echan" algo que sigues y te apetece ver? Esta sociedad nuestra, más preocupada por seguir aumentando la velocidad de Internet que por disfrutar del momento, se ha ocupado de hacer de todo lance vital algo vacuo, de consumo... algo asquerosamente mundano.
Yo soy de una generación en la que ver la tele era un rito ineludible. Ver la tele estaba estrechamente vinculado con los horarios de emisión de los programas favoritos de una. Si querías ver Crónicas Marcianas tenías que tragarte antes Médico de Familia. Para ver El Gran Juego de la Oca había que sentarse frente a la tele a eso de las 10 de la noche. Si querías trasnochar y ver a Rociíto con el padre Apeles en aquel delicioso Cita con Apeles debías ser previsora y concienciarte de que a la mañana siguiente ibas a estar más dormida de lo habitual. Ya no te digo, cari, si querías tragarte hasta el final el ¡Sorpresa, Sorpresa! de Isabel Gemio o verte lo que pasaba con la última pareja de Lo que necesitas es Amor (¡ay, querido Jesús Puente...! ¡Cuánto hiciste por la natalidad española!).
Contacto con tacto se veía a las tantas y a escondidas y por las tardes estaban Ana Rosa y Mon Santiso con Sabor a ti. Esos programas se veían cuando tocaba: ¡cuando los ponían! ¿Ahora? Nada de nada. Cualquier desgraciada con un móvil chino se descarga la APP de AtresMedia para verse el Amar es para siempre. Que esa es otra... ¿Cómo cojones se puede ver algo en una pantalla de 6 pulgadas? Vale que todas somos unas ladronas y no nos importa ver la última de Almodóvar en el portátil, con un sonido de mierda y hasta las toses del personal de la sala de cine en la que se ha grabado ilegalmente la cinta... ¡Pero verlo en el móvil! ¿En serio se puede ver algo más allá de Mujeres y Hombres en el móvil? No os entiendo. La tecnología me disloca.
Los berridos de la Esteban, mejor en directo
Yo sigo siendo fiel a las emisiones en directo. Al Broadcast que dicen las gafapastas. A mi me pone frenética saber que llego tarde para el arranque del capítulo de Cuéntame. Me gusta ver a Belén Esteban con sus clases de berrido-lingüística en directo... Vas a comparar el speedy-parpadeo de sus ojos en directo, en la tele. Vas a decirme que es lo mismo escuchar un buen "¿¡Me entiendes!?" sabiendo que lo está pronunciando en ese mismo momento que viéndolo grabado.
¿Hay algo más delicioso que malgastar la tarde del sábado viendo Asesinatos en la Penumbra?
¡Vamos hombre! No sé, es como verse las carreras de motos (por Dios, ¿hay algún chocho leyendo esto que vea las carreras de motos?) en diferido. Grabadas. A toro pasado... ¡Ah coño, espera! Si esto es lo que hace Telecinco carrera sí, carrera no en sus emisiones ¿no? Bueno, ya me entendéis. También me gusta verles la cara a los expulsados de GH VIP en el momento en que les dicen que se largan. Que el público ha decidido que ya está bien de hacer la mamarratxa en la casa de Guadalix. ¡Ese momento no se puede ver luego en la APP! ¡Eso hay que verlo en directo!
Llamadme antigua, pero yo la televisión la veo cuando toca. Cuando sé que hay algo que me remueve bien los bajos. Me gusta tragarme hasta el final los telefilmes baratos de Antena 3. ¿Hay algo más delicioso que malgastar la tarde del sábado viendo Asesinatos en la Penumbra (o cualquier otro título de mierda) con seis cortes de 20 minutos de publicidad...? Chica, ¡para nada! Si ya mientras miras cómo matan a la protagonista (cualquier ¿actriz? alemana de esas con nombre impronunciable... Hedsrtrich Möller-Stëinmeyer, por ejemplo) tienes que ponerte bizca para que no te estorben los 10 carteles en pantalla con los estrenos de la cadena, el deleite es máximo. ¡Puritito orgasmo del cerdo! Bien de rótulos: "Estreno El Peliculón: domingo 22:00" o "Allí Abajo ,nueva Temporada: martes 22:00" o "El Hormiguero: martes 21:30. Pablo Motos entrevista a Pablo Motos mientras Pablo Motos le dice a uno que salga para hacerle un truco de magia a Pablo Motos". ¡Me corro viva!
¿Es lo mismo escuchar, en directo, la sapiencia infinita de Pelayo sobre moda y complementos que luego en la web de Telecinco? ¿Puede alguien dormir tranquilo dejando para mañana el capítulo de El Ministerio del Tiempo "porque así lo veo comiendo en RTVE.es"? Chica, para nada.
Yo soy muy mía. Las cosas las hago cuando tocan y donde tocan. Con la televisión soy igual: miro los programas en el momento en que se emiten y lo hago en un aparato de TV. Por mi como si viene mañana Rajoy y os prohíbe las APP de tele a la carta a todas. Sería lo último bueno que se le ocurriera a este forajido de la política en funciones. Es más, desde aquí os digo: ¡No hablo más nunca a esa gentuza que ve los programas en el móvil! Me hago talibana del Broadcast desde ya... ¡viva yo!