Cuando el Gobierno se encontraba estudiando las propuestas del President de la Generalitat Artur Mas al Gobierno, el portavoz adjunto del PP, Rafael Hernando, aseguró que le gustaría analizarlas "sin una pistola en la cabeza". Parece que los que ahora tienen un arma en la mano son otros.
El Gobierno ha sacado la pistola de la guantera, ha quitado el seguro y se la ha puesto en la cabeza a las teles. O se controlan o aprieta el gatillo. Como se diría vulgarmente, las tiene cogidas por los huevos. Y las teles tienen dos opciones: o agachan la cabeza y aguantan el chaparrón hasta las elecciones, o levantan la cabeza y se arriesgan a que su castillo se derrumbe.
“Existen incertidumbres preferentemente políticas, de ataques, especialmente por parte de las instituciones, de nerviosismo y hostilidad hacia los medios de comunicación y especialmente si son libres y no se vinculan a ningún partido político, viejo o nuevo”, aseguraba Paolo Vasile este miércoles durante la Junta General de Accionistas de Mediaset España.
Rajoy tiene dos balas en la recámara. Por un lado, las multas impuestas por la CNMC. El Gobierno, a través de este organismo que no se caracteriza por su independencia, no hace más que cavar un agujero en las arcas de las cadenas por razones que antes pasaba por alto.
Pero Moncloa no ataca directamente al espacio político, cuando le podrían acusar de presionar, sino que lanza la flecha directamente contra los programas de entretenimiento que sustentan el resto de la parrilla de una cadena. Sin la eficacia económica de ellos todo carece de sentido.
Rajoy ha sacado de su caja de herramientas varios trozos de cinta aislante
La otra bala tiene una iniciales grabadas en su dorso: T.D.T. Rajoy ha sacado de su caja de herramientas la cinta aislante y le ha prestado unos cuantos trozos a las privadas. Si al Supremo se le antoja, otros ocho canales de televisión estarían a punto de desaparecer de la Televisión Digital Terrestre. Y el Gobierno es el único que puede frenar esta decisión. Pero Rajoy no va a mover un dedo si no consigue algo a cambio. Al menos, silencio.
La petición es clara: el Partido Popular es Dios. En Atresmedia, mientras laSexta sigue dando puñetazos, La Razón o Antena 3 dan palmadas. Telecinco se ha vuelto mucho más de centro y Cuatro les ha puesto a Cintora en bandeja como el único azote del Gobierno. Cohechos que no tienen otro fin que buscar el no cierre de canales o, de producirse, la devolución de licencias en los próximos meses.
Está claro que el reparto de licencias de Zapatero se hizo sin cabeza ni sentido. A las privadas les dejaron en su felpudo un regalo envenenado, un bebé en una cesta al que llevan alimentando desde hace años. Los niños han crecido y, cuando ya estaban educaditos, alimentados y limpios, han vuelto a llamar a la puerta para llevárselos.
Durante estos años, las cadenas han invertido grandes sumas de dinero en producciones y personal para sacar adelante estos proyectos. Cadenas de televisión como Divinity, con producción propia y una gran lista de derechos internacionales, o Neox, que hace grandes números gracias a su apuesta personal por el deporte y el público juvenil. Son sólo dos ejemplos de televisión que se quedaría en negro si al Supremo y, por consiguiente al Gobierno, se le mete entre ceja y ceja.
Las televisiones son grandes motores de la industria española. Un motor que, por su capacidad de intrusión en las casas y su efecto de influencia, sufre cada día más atropellos políticos al grito de libertad de expresión, dejando cada día más restos de frenada en el asfalto, restos de proyectos como Xplora, LaSiete, Nitro o Nueve que terminaron aplastados.