Si hace unos días le daba las gracias a Chicho Ibáñez Serrador por los sustos no quiero cerrar el circulo sin recordar su mítico Un, dos, tres... responda otra vez. Se trata de todo un icono en la historia de la televisión y además con un valor añadido. La mayoría de los concursos que están en estos momentos en antena están basados en formatos realizados fuera de nuestras fronteras, Un, dos tres... fue ideado aquí.
Al gran Chicho le gustaba matarnos a sustos, pero también ha demostrado ser un maestro a la hora de hacer concursos. Mis primeros recuerdos del programa son en blanco y negro los presentados por Kiko Ledgard y en casa era una cita obligada la noche de los viernes. Duraba mucho, pero pasaba volando... Además yo como teleadicta tenía una ventaja: al no haber colegio al día siguiente me dejaban verlo hasta el final. A veces, me quedaba dormida y al apagar la tele mi padre y despertarme para irme a la cama lo primero que preguntaba era si se habían llevado el apartamento, el coche o Chicho les había dejado a los concursantes a la luna de Valencia con una furgoneta llena de melones.
Esa era la magia, la mecánica de este programa que inventó la televisión interactiva mucho años antes de que así fuera. Un, dos, tres... con esas pequeñas historias de aquí y de allá estaba haciendo y entrando en la historia de la televisión. Nosotros grandes y pequeños nos lo pasábamos en grande sin percatarnos de todo esto.
Ruperta fue la principal mascota del Un, dos, tres
Sus comienzos fueron en 1972 y estuvo en antena durante diez temporadas, con periodos de descanso. Cuando volvía a la parrilla, tras las vacaciones, era toda una fiesta y no se hablaba de otra cosa. Mi personaje favorito era Ruperta, la tan simpática como chillona curcubitacea (así la llamaba Kiko) que años después nos enteramos todos que la voz se la ponía el propio Chicho. Su espíritu estuvo siempre presente aunque a medida que el programa iba adquiriendo madurez se incorporaron otros personajes como la bota Botilde (1983-1984), el Chollo y el Antichollo (1984-1986) y el Boom y el Crack (1987-1988). Todas las mascotas fueron creadas por los estudios de José Luis Moro, los mismos creadores de la entrañable Familia Telerín.
Con la llegada del color a nuestra televisión el programa ganó en viveza y luminosidad. Era un espectáculo en estado puro y las coreografías que configuraban la parte final de cada programa eran increíbles. Si la temática iba de Sherezade, el plató de los estudios Roma en la carretera de Fuencarral (hoy sede de Telecinco) se convertía en un auténtico zoco árabe con camellos, tenderetes, tragasables. Ni que decir tiene cuando el programa iba de monstruos y seres de ultratumba y vampiros. Con todos mis respetos, ni los de The Walking Dead y es que ahí el maestro Chicho echaba el resto.
Sencillez dentro de lo complicado
Una de las claves por las que el programa caló fue por la sencillez de su factura. En su día, supuso una forma diferente de hacer televisión y de mezclar cultura, actividades físicas y mirar cara a cara a la suerte. La cultura, representada en la primera parte del programa, preguntas y respuestas; las actividades físicas, en la eliminatoria en la que Chicho mostraba su lado más perverso en las pruebas que realizaba; y por último la suerte y la intuición en la subasta.
Entre 1972 y 2004 que tuvimos la suerte de contar con Un, dos, tres... responda otra vez, han pasado grandes presentadores que cada uno a su manera le dieron su toque mágico. Al gran Kiko Ledgard le sustituyó Mayra Gómez-Kemp, y a ésta Jordi Estadella, que estuvo acompañado por Miriam Díaz-Aroca, tras ellos el recientemente fallecido Josep (José) María Bachs para finalizar con Luis Larrodera. Este último presentó Un, dos, tres... a leer esta vez. Se trataba de una iniciativa de Chicho para, empleando los mimbres del programa, promover el amor por la lectura.
Y nuestras gentiles azafatas
Faldas bajo mínimos, botas de caña alta de charol y gafas enormes; pero sin cristales. Así eran las simpáticas secretarias del programa. Su misión era la de asistir al presentador en la conducción del programa: presentar a los concursantes, ofrecer las preguntas, contabilizar las respuestas y en la parte final, disfrazadas, estaban frente a las puertas en las que se escondían los premios.
Entre ellas había una que ejercía como azafata o secretaria contable que era la encargada de dar a conocer el dinero ganado, en función de las respuestas que éstos habían acertado. Ana Ángeles García, Victoria Abril, Patricia Solís, Silvia Marsó, Lydia Bosch, Kim Manning, Diana Lázaro, Mayte Navarrete, Laura de la Calle, Yolanda Aracil y Miriam Díaz Aroca ejercieron este papel.
En las diez etapas, han sido muchas otras chicas las que pasaron por el concurso que en la mayoría de los casos les sirvió de lanzamiento para desarrollar una carrera como actrices, cantantes, modelos e incluso presentadoras de televisión como Aurora Claramunt, Blanca Estrada, Yolanda Ríos, Beatriz Escudero, Isabel Serrano, Alejandra Grepi, Agatha Lys, María Casal, Isabel Serrano, María Abradelo y una jovencísima Paula Vázquez.
Y en la parte negativa
"Esos que ustedes saben", así es como definían en los títulos de crédito a los conocidos primero como tacañones; pero que fueron cambiando a lo largo de las distintas temporadas del programa. Ellos eran los encargados -a su manera- de que los concursantes no consiguieran ganar. "Campana y se acabó" era una de sus frases célebres. Los más recordados son los Cicuta, originarios del pueblo de Tacañón del todo. Estaban capitaneados por don Cicuta (Valentín Tornos) ayudado por los conocidos como Cicutillas (Armando y Remigio). Estos personajes de largas y sucias barbas y vestidos con ajadas levitas negras se hicieron con un lugar en el cariño de la audiencia e incluso se hicieron juguetes para niños con sus figuras.
En 1976 -Valentín Tornos estaba muy enfermo- llegaron el profesor Lápiz (Pedro Sempson, el actor conocido hasta hace poco por ser la voz del señor Burns en Los Simpson), don Rácano (Francisco Cecilio) y don Estrecho (Juan Tamariz), luego más tarde algunos de estos fueron remplazados por don Justo Rajatabla (Blaki) y don Menudillo (Luis Lorenzo). La llegada del color permitió que pudiéramos disfrutar de sus vestimentas en tonos violeta en contraste con sus caras blancas y ojerosas.
A diferencia de los anuncios de la época en la que decían frases como "Veterano es cosa de hombres", en el Un, dos, tres... la "maldad" y la tacañería también era cosa de mujeres. En 1982 con la llegada de Mayra Gómez Kemp como presentadora, Chicho decidió que la parte negativa estuviese interpretada por mujeres. Así por primera vez, no tan solo en España sino en el mundo, se puso un concurso únicamente en manos de mujeres. Las Hermanas Hurtado interpretaron a la Viuda de Poco, a la Seño y a Mari Puri originarias de Tacañón del todo. Las Hurtado alcanzan una enorme popularidad y muchas de sus frases se colaron en nuestra forma de hablar.
¿Quién no recuerda "¡Campana... y se acabó!". Y es que hay programas de hace una semana que se olvidan con la misma facilidad con la que llegan y otros sin embargo aunque pasen años y años seguirán estando en nuestra memoria y en el recuerdo de todos.