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Detrás del placer de sentarnos cubo de palomitas en mano a disfrutar de una película, (ya sea en pantalla grande o desde casa) se esconde un mensaje sobre el mundo, con una perspectiva muy concreta. ¿Por qué podemos ver Pretty Woman una y otra vez sin sentirnos incómodos ante el blanqueo de la prostitución que refleja? ¿Por qué se vincula a Joker con el aumento de movimientos de extrema derecha? ¿Hay por fin una representación diversa en las series? ¿Por qué cuando un grupo de amigos entra en una casa encantada en las pelis de terror el primero en morir es el personaje racializado o miembro del colectivo LGTB

Sobre todos estos temas y los discursos ideológicos que empapan series y películas reflexiona la periodista Pepa Blanes en su salto al mundo literario. En Abre los ojos. Pelis y series para entender el mundo (Fuera de Ruta), Blanes nos invita a ver los contenidos audiovisuales con una mirada distinta, a disfrutar de ellos con un sentido crítico, porque como ella misma dice "incluso una película de entretenimiento, que a priori no tiene ningún mensaje oculto, nos está hablando de una manera de estar y ver el mundo, de entenderlo".

Blanes es una de las figuras del periodismo de cine español más importantes del momento y todo un referente para aquellas jóvenes que sueñan con trabajar en el sector, tan lleno de críticos y expertos cinematográficos masculinos. Junto con Maria Guerra, Cristina Teva y Laia Portaceli presenta Ver-Mú, un espacio televisivo de Movistar + donde estar al día de los lanzamientos, estrenos y festivales, además de estar al pie del cañón como Jefa de Cultura en la SER. Hablamos con ella sobre cine, series y lo más importante: el mundo que nos rodea. 

Portada del libro 'Abre los ojos. Pelis y series para entender el mundo' de Pepa Blanes. Fuera de Ruta

Tras analizar las películas desde esta perspectiva, ¿se puede seguir disfrutando de ellas o se rompe un poco la magia?

Se puede, pero si ves una película que ideológicamente te fastidia ya no se disfruta tanto (ríe). Igual a muchos lectores les suene raro, pero para mí ver una película de James Bond y fijarme en cuál es la nacionalidad del villano, ver si hay cosas que podemos enlazar con el Brexit o si hay algo de Trump en ella es todo un disfrute, me lo paso pipa. Por eso acepté esta propuesta de la editorial, en este libro encontré una buena oportunidad para repensar esas pelis, sus discursos y pararme a analizarlas. Vamos demasiado rápido, al final hablamos de si la peli me gusta o no me gusta, pero no hablamos de qué nos está aportando.

Tu libro se llama Abre los ojos, ¿de qué forma puede el cine y las series abrir los ojos a la sociedad? 

¿Puede cambiar el arte el mundo? Ojalá. No sé si puede cambiar las cosas pero sí que puede hacer que las miremos de otra manera. El cine nos permite meternos en la casa de una familia iraní y aprender cómo se divorcian en un país del que tenemos muchos prejuicios. El cine nos muestra cómo una pareja iraní se encuentra con los mismos problemas burocráticos o de custodia compartida que una pareja española. Ahora, que eso cambie el voto de la gente o las implicaciones políticas o activistas de la sociedad creo que es más difícil.

Tenemos casos como el de Joker, del que hablas en este libro. ¿Puede ser el cine peligroso?

No creo que el cine sea peligroso. Tenemos recientes casos como El juego del calamar, pero es un público como los niños que no tienen una conciencia crítica o no han aprendido a consumir películas donde quizás sí debe haber un control parental. Al igual que en los videojuegos, que no crean una conciencia ni incitan a la violencia, sino que el espectador sabe que eso que hay en la pantalla no se debe imitar.

En el caso de Joker, creo que es a la inversa: el cine representa algo que estaba pasando en la sociedad. Ese movimiento de resentimiento ante una desigualdad que cada vez era más latente en países como Estados Unidos, donde había un presidente que había provocado una irritabilidad. Nos muestra lo peligroso que es cuando una sociedad deja a la gente sin nada.

Fotograma de la película 'Joker' (2019). Filmaffinity

Uno de tus capítulos se enfoca en el cine queer, ¿por qué crees que a lo largo de la historia ha existido esa insistencia en ejercer violencia sobre este tipo de personajes?

Hay una base real, porque los delitos contra la comunidad LGTBI, las mujeres o las personas racializadas son mayores. Durante mucho tiempo el cine que trataba esas "minorías" o grupos minoritarios se centraban en lo malo, en el estereotipo. Parecía que solo se podían contar historias sobre personas queer si estaban relacionadas con el hecho de su identidad, de ese ser queer. 

Ahora, el cine nos muestra que un problema al que se puede enfrentar una mujer lesbiana es, por ejemplo, no poder encontrar un trabajo. Pero no por el hecho de ser lesbiana, sino porque vive en un mundo en crisis, esto enseña que sus problemas pueden ser los mismos que los de una mujer heterosexual.

Fotograma de la película 'Carol' (2015) de Todd Haynes. Filmaffinity

Necesitamos un cambio y papeles en los que ser lesbiana sea algo positivo, como la película Carol de Todd Haynes o La vida de Adele, que aunque fue muy criticada por las escenas sexuales, propone que la pareja no se rompe por el hecho de ser lesbianas, sino porque tienen vidas distintas. 

Otro ejemplo es que, hasta hace muy poco, todas las películas sobre negros hablaban de luchas raciales, y ahora podemos ver una comedia romántica de dos personas racializadas. Hay una mayor cantidad de representación y diversidad, es entonces cuando esos estereotipos ligados a la violencia se rompen.

¿Qué ha supuesto la proliferación de plataformas de streaming para la política? ¿Hay una vinculación entre la llegada de HBO o Netflix y los movimientos o cambios sociales?

Es complicado saber si el hecho de que haya otros discursos provoca que la gente se comprometa más a nivel social. Lo que sí vemos es que la llegada de las plataformas abre la posibilidad de que haya más creadoras y creadores en todos los ámbitos, con sus propias ficciones y una gran cantidad de historias.

Tenemos ejemplos como Podría destuirte de Michaela Coel...

Sí, es un ejemplo de esa apertura en la industria, donde es más fácil para una creadora racializada hacer una serie sobre su vida y su violación, como en el caso de Michaela Coel. Ese acceso también hace que haya más productos hechos por mujeres.

Fotograma de la serie 'Podría destruirte' (2020). Filmaffinity

Vemos ese cambio en los contenidos pero ¿crees que hay un cambio real en los premios? ¿O es más bien un lavado de cara?

Creo que hay una diferencia entre Hollywood y los festivales europeos. Hollywood siempre está sujeto a "lo políticamente correcto". Nunca han hecho nada por incluir a mujeres hasta que ha llegado el movimiento Me Too. También lo vemos en la hipocresía del caso de Harvey Weinstein, en el que muchas personas conocían estos hechos pero nadie hizo nada hasta que estalló la polémica.

En el caso de los festivales europeos, creo que Cannes y Venecia no han corregido sus comités de selección. Sin embargo, San Sebastián y Berlín sí lo han hecho, son más diversos y paritarios; y no para que haya más cine de mujeres, sino para que existan más miradas. 

Este año han ganado más mujeres directoras, y no creo que sea porque en todos ellos se busque premiar el cine hecho por mujeres. Simplemente, de una forma natural las mujeres directoras están haciendo un cine más rupturista y en los festivales se busca premiar eso. 

Hablando de polémicas... Un debate que no parece pasar de moda es el de la censura de clásicos que contienen mensajes ofensivos, ¿cuál es tu postura?

Creo que es una decisión individual, no podemos decirle a la gente qué debe ver y qué no. Y no creo que todo el arte que se ha hecho antes deba ser invalidado. Hay directores que me generan mucha tensión como Polanski o Woody Allen, que son fantásticos directores. Entiendo que espectadoras se puedan sentir incómodas viendo sus películas. 

Fotograma de 'Annie Hall' (1977). Filmaffinity

¿Debemos separar al autor de su obra? ¿Hay que dejar de ver películas de Woody Allen o Johnny Depp?

No creo que se pueda separar al autor de su obra porque creo que el autor es una persona con una conciencia, subjetividad e ideología y eso se refleja en su obra. Detrás del Guernica hay un autor comprometido y un contexto histórico, lo mismo pasa con Lorca, su homosexualidad y su compromiso político hace que sea imposible separarle de su obra.

Cuando los autores han cometido un delito es imposible no tenerlo en cuenta, va a ir asociado a su imagen como artista, pero no creo que se deba invalorar su obra. Es difícil, es un debate que va más allá del cine, que afecta también a otros ámbitos de la sociedad. El caso de Polanski, donde él ha reconocido que cometió una violación, y han pasado años y siguen haciendo películas, que claro que son disfrutables, son obras maestras, pero entiendo también situaciones como la de Lucrecia Martel. Levantarte a aplaudir a un hombre que en el pasado ha hecho algo así es incómodo. 

¿Hay suficiente disidencia en el cine español? ¿Hacen falta más Javier Bardems?

Creo que sí, me da mucha pena la caña que se les da a los actores y actrices que se posicionan. Los actores veteranos y las nuevas generaciones pueden tener miedo de decir lo que piensan, por el linchamiento en redes sociales o que los periódicos vayan contra ellos. 

Bardem ha sido un hombre que con su dinero ha producido películas o documentales de causas en las que creía y eso es muy loable. Ha preguntado aquello que ha considerado, y se ha manifestado cuando ha visto conveniente. Que haya figuras con esa dimensión internacional que lo hagan me parece muy valiente, y con temas comprometidos como el apoyo al pueblo palestino, que en Hollywood es uno de los grandes tabúes. Creo que es importante cuando los artistas hacen una película y se posicionan, porque las películas hablan de cosas que ocurren en el mundo. 

¿Por qué Pretty Woman es clasista? ¿Qué la diferencia de otras ficciones románticas como la reciente y aclamada Normal People?

Hay varias escenas que lo demuestra. Es una mujer que debe ser salvada por un hombre rico. Por un lado hay una dosis de machismo. Y por otro, vemos una cuestión de clase: una mujer pobre que para salir de ese sitio tiene que venir un hombre rico, y es el dinero el que consigue sacarla. Consideramos que hay una distinción de clase entre cliente y prostituta, pero en lugar de criticarlo lo normaliza. 

Fotograma de la película 'Pretty Woman' (1990). Filmaffinity

En el caso de Normal People, que puede parecer una historia de amor adolescente sin más, hay muchísimos matices y entran componentes de clase. Esta serie nos dice que la clase social es importantísima, incluso en los términos en los que organizamos nuestras relaciones y entendemos el amor. Normal People no dulcifica esas diferencias, sino que nos enseña que el amor está condicionado por las diferencias económicas.

¿Qué películas nos recomiendas ver que tengan una carga ideológica potente?

El buen patrón es una comedia que habla de las cosas perniciosas de la clase trabajadora y las dinámicas de trabajo en las empresas, cómo ha cambiado el mundo laboral y lo que supone no tener sindicatos potentes. También Madres paralelas, que habla de la memoria y lo hace desde un punto de vista muy inteligente, porque aunque no es el tema central de la película lo que quiere decirnos es que hay una generación de nietos que quieren saber y que tienen todo el derecho a enterrar a sus abuelos. Ningún partido político debería estar en contra de que alguien quiera sacar a sus seres queridos después de tantas décadas en cunetas y enterrarlas.

Maixabel que ahora que se cumple el aniversario del cese de la violencia de ETA y las heridas siguen estando, me parece muy interesante que plantee cómo deben seguir las víctimas y nosotros como sociedad. O Mediterráneo... Es significativo que en esta temporada la mayoría de películas que estarán en los Goya ponen el foco en muchos aspectos de la sociedad. 

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