
Antonio Banderas en 'El Hormiguero'.
Antonio Banderas pone nombre al director más excéntrico con el que ha trabajado: “Para comer pedía dos horas y media”
El actor regresó a ‘El Hormiguero’ por tercera vez en la actual temporada para promocionar su musical ‘Gipsy’.
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Por tercera vez en el presente curso (y por segunda vez en solitario) Antonio Banderas regresó a El Hormiguero. Y su charla con Pablo Motos giró, inicialmente, de nuevo alrededor del musical Gipsy, que ahora se representa en Madrid, en el Teatro Nuevo Apolo, y del que es director.
“Id a ver Gipsy aunque penséis que no te gusten los musicales. Yo pensaba que no me gustaban los musicales hasta que vi los tuyos”, reconocía el presentador a Banderas, destacando como en el show hay más de 20 músicos tocando en directo.
El artista malagueño explicó algunos entresijos de su labor como director teatral. “Me llevo una libretita con cosas del escenario que puedo corregir”, confesaba. Y así, por ejemplo, en dos semanas quitó hasta 16 minutos del primer acto de Gipsy de cosas “que no funcionaban”.
A pesar de que la obra lleve ya bastante rodaje, Antonio no abandona esa faceta de director. “Sigo ahí, sigo corrigiendo y pensando que puede haber un Gipsy 2.0”, admitía. Aunque ello supusiese dar nuevas indicaciones a los actores. “Me odian profundamente. Pero sí, seguimos trabajando”, reconocía entre risas. Para Banderas, un director teatral no tiene que ser un buen psicólogo, pero sí un “conocedor de personalidades” para poder hacer bien su trabajo.
Más adelante, la charla estuvo marcada por anécdotas de la vida de Antonio, al que Pablo Motos calificó como “el auténtico Forrest Gump”. Y es que estuvo muy cerca de situaciones que se pueden denominar históricas, siempre por casualidad. Así, el 23-F estuvo en el teatro de las Bellas Artes, detrás del Congreso. Y el 11-S pudo coger un avión de los que se estrelló en las Torres Gemelas. También vivió de cerca la Primavera Árabe en Tunez, y la Segunda Intifada, que le coincidió con el rodaje de la película El Cuerpo.
“Tú rodaste con Woody Allen. ¿No te hablaba?”, preguntaba Pablo Motos en otro momento dado. “Habla muy poco. Yo flipé”, reconocía Banderas. Y es que grabó varias secuencias sin que el cineasta dijese absolutamente nada. Hasta que quiso preguntarle que si lo estaba haciendo bien, porque no tenía indicaciones. “Sí. Lo que usted no quiere es que me acerque mucho. Si yo me acerco es que no está saliendo bien”, le respondió Allen. De lo poco que consiguió charlar con él es de jazz.
Con esto como percha, Pablo Motos quiso preguntar por “el director más raro, más excéntrico” con el que había trabajado. “Brian de Palma era extraño”, admitía el actor. Y explicó como el responsable de Vestida para matar o Doble cuerpo rodaba siempre en tomas muy largas sin corte, tomas que podían alargarse más de 15 minutos y mezclando interiores y exteriores. “Cuando nos íbamos a comer pedía dos horas y media, la hora de comida y una siesta. Eso me gustó muchísimo”, añadía sobre el cineasta, con el que hizo Femme Fatale en 2002.
De paso, Banderas dio un segundo nombre. “Terrence Malick es un director de los más raros”, diría también sobre el artista con el que trabajó en Knight of Cups. “Me hizo aprenderme un monólogo muy largo de cuatro o cinco páginas y me hizo hacerlo en situaciones muy diferentes. Es un personaje curiosísimo este hombre”, remataba Banderas.