Publicada

Durante años, Lydia Lozano tuvo como una de sus señas el baile chuminero. Para ella era casi automático, en la época de Sálvame, el escuchar música y levantarse de su silla a mover el esqueleto de una forma única y particular. Sin embargo, en su actual etapa como colaboradora de Ni que fuéramos Shhh no ha querido ponerse a bailar.

En las pausas publicitarias, la periodista palmera ha charlado en muchas ocasiones con los internautas, y casi a diario le pedían que se marcase un chuminero. Ella, sin embargo, se solía negar, sin más explicaciones. Hasta hoy.

Esta noche se emite en TEN el documental La misteriosa muerte de Sandra Mozarowsky, y sus contenidos se compartirán a través de la cuenta de Instagram del Canal Quickie. Por ello, llevan pidiendo durante varios días que la gente se suscriba para alcanzar la cifra de los 100.000 seguidores. E incluso Javier de Hoyos se ofreció a cumplir algún reto cuando lo lograse, como meter la cabeza en un bol de harina si fuese necesario.

Durante una de las pausas publicitarias, Javier de Hoyos y sus compañeros encargados de dinamizar las redes sociales charlaban con los seguidores del programa por Twich y YouTube, y volvió a pedir que la gente se suscribiese. “Me han confirmado que si llegamos a los 100.000 en Instagram haremos algo único que no ha pasado en estos cinco meses de programa”, advertían.

Con Lydia Lozano por allí, estaba claro de lo que se trataría. Solo faltaban entonces 400 seguidores, aunque Kiko Matamoros aprovechó para trolear y pedir que le siguieran a él. “Lily, ven conmigo a decirlo”, le pedía Canal de Hoyos, y añadía: “Haz Teletienda del Canal Quickie”. “Empezad con el dedito”, pedía Lydia Lozano. “Tenemos mucho más rollo que todos los influencers”, añadía la periodista.

Para ir calentando por lo que se venía, porque había “llamado a las masas”, Lydia pidió algo de música: en concreto, el tema Flowers de Miley Cirus, que se arrancó a cantar. Y luego continuó con Vivir así es morir de amor, de Camilo Sesto. “Lydia, la gente pide un chuminero y se suscriben”, le advertían. “Esto es un cohecho”, decía Lozano, bajando su tono efusivo.

 

¿No podemos poner una musiquita para animar el cotarro?”, pedía. Entonces le aclararon que no podían, por cuestión de derechos, y ella pidió aunque fuese la sintonía del programa. “¡Súbela más!”, pedía, para quejarse después de los altavoces que había en el plató. Fue entonces cuando arrancó a bailar. Un espectáculo que solo han podido disfrutar aquellos que ven el programa en streaming, y que se han perdido los espectadores de TEN. Como era de esperar, finalmente, se superó la barrera de los 100.000 seguidores.