Paula, de 19 años, acudía a First Dates este miércoles para encontrar el amor. Se define como una mujer intensa, que puede ser lo que se proponga, desde “una princesita” a “ser tu bro”. Y le gustan las chicas que sean muy femeninas, o, por el contrario, muy masculinas. En su llegada al restaurante le reconocía a Carlos Sobera haber pasado por varias relaciones “tóxicas, pero intentamos salir de eso”, y de ahí que no haya encontrado un amor de verdad.
Para ella, el programa eligió a Bea, de 18 años. Una joven a la que le gusta improvisar canciones, y le gusta rapear. En un primer momento, ambas estaban contentas con su compañera de velada, pues les gustaba la apariencia de la otra, y, además, las dos eran de Madrid. Incluso tenían en común el gusto por los tatuajes.
La cita les hizo hablar de sus planes de futuro. Bea se ve acabando la carrera de trabajo social y trabajando en lo que le gusta; Paula sueña son con ser tatuadora, pero cree que será difícil poder dedicarse a este sector.
La cosa se complicó al entrar en cuestiones de amor y de cómo expresa cada una el cariño. “¿En el amor, cómo eres?”, preguntaba Paula. “Cariñosa”, le decía su cita. “¿En serio? Yo, depende de la situación. Si de verdad me transmite confianza soy tal. A veces llego a mis límites, de estar en la cama, y darme la vuelta porque necesito mi espacio. Soy un poquillo asquerosilla en ese sentido, pero luego se me pasa. A ratos”, admitía.
Esto dejó a Bea a cuadros, y a solas, admitía que lo llevaría mal. “Soy muy cariñosa, como un osito de peluche, necesito que me den besos, que me den abrazos”, relataba. La situación no mejoró al hablar de celos.
El problema de los celos
Luego llegó una conversación sobre Celos. A Bea, es un tema que “me la suda un montón”. Ella cree que no hay que ponerle correa a nadie, y que si su pareja se va con otra persona “es que no eres para mí, no me mereces. Si me faltas el respeto te mando a la mierda”.
Paula, sin embargo, sí es “un poco celosa, la intensidad esa me gusta”. “A ti te va lo tóxico, un poquito”, le deslizaba su acompañante. “He tenido muchas cosas tóxicas, pero no me va lo tóxico porque sí. Me gusta que la otra persona sea celosa, de que me diga cómo ir vestida, pero que me diga. cómo te ha mirado ese”. “No me gusta. Me parece tóxico, no digo que lo sea, pero a mí me lo parece”, aseguraba Bea, a solas.
A la hora de decidir si volverían a verse, Paula lo tenía claro: sí deseaba una segunda cita. Pero Bea no, y eso le ha hecho sentirse mal. Pero tenía claro que la actitud de celos que le gusta a Paula no tiene nada que ver con ella.