Con una camisa de ‘espadachín’, María Hervás volvía a El Hormiguero tres meses y medio después de su última visita. La intérprete tiene un jugoso proyecto entre manos, la función The Second Woman, que representa el próximo julio en Barcelona, y que le llevará a estar 24 horas sobre el escenario.
“Yo sé alguna de las cosas que van a pasar en el escenario, pero no todas”, explicaba la actriz, que interactuará con 100 personas que se consideran “dentro del espectro de la masculinidad”. “Hay gente con diversidad visual, auditiva. Van a pasar cosas a las que no estamos acostumbrados”, promete la actriz de series como Machos Alfa. “Estás como una cabra…”, le decía con humor Pablo Motos.
Se trata de un proyecto ambicioso, para el que se ha tenido que cubrir, en cierta medida, las espaldas. “Tenemos como un artefacto para que en caso de una emergencia tremenda pueda salir de la situación. Hay dos cámaras que van grabando detalles y cumplen la función de cómplices conmigo, por si pasa algo que no mola tenerles cerca”, revelaba Hervás.
A través de este montaje teatral, Pablo Motos repasó otras funciones en las que María ha trabajado, y en las que le han pasado situaciones particulares. Así, en una llamada Confesiones a Alá contó cómo se bajaba al público e interactuaba con un espectador, y pedía que le pusiese la mano en el corazón. Después le preguntaba si sentía su corazón, y si le veía, para explicar una serie de cosas de su personaje, que siente que nunca le ven.
Un día, en esta obra, eligió a un hombre que estaba muy atento a todo, y decidió dedicarle ese momento. Al preguntarle si le veía le dijo que no, “porque soy invidente”. Un momento que María Hervás calificó como un“tiérra trágame infinita”.
"Podéis cambiar de canal"
Pablo Motos también le preguntó por una obra que representaba en Vallecas. “Papá, mamá, podéis cambiar de canal”, pedía la invitada. Y es que en el teatro Kamikaze de Madrid le cambiaron el horario, y ella no se acordó. “Estaba con mi pareja echándonos una bonita siesta estival y empezaron a pasar cosas. Haciendo el amor con mi novio, básicamente, la metáfora no era demasiado concreta”, relataba la actriz.
En pleno encuentro carnal empezó a recibir llamadas sin cesar de uno de los socios del teatro, que también era productor. Entonces se dio cuenta de que le faltaban 20 minutos para empezar la función. “Lo primero a la ducha, en esas ocasiones es muy importante ducharse”, bromeaba. La función se hizo finalmente, y ella “venía con la piel fantástica. No sé si me salió bien, pero guapa estaba”.
Por último, María habló de una obra que representaba para un único espectador, un monólogo que duraba media hora, y que representaba tres días a la semana, seis funciones al día.
“Yo hacía de una starlette que iba a entrar en un ensayo, estaba nerviosa, y se le caían los papeles delante de esa persona”, contaba. El problema fue que el primer espectador fue un hombre mayor, y cuando empezó a interactuar con él, le pedía que le dejase, que estaba esperando una persona, para ver una función. Tras dar explicaciones sutiles, y como el tiempo se le echaba encima, terminó por decirle: “caballero, esa persona soy yo”