La periodista Marta Riesco pasó de informar sobre famosos a ser ella el centro de la diana de los periodistas a raíz de que se conociese su relación con Antonio David Flores. Más de un año después de aquella ruptura, y de que ella dejase de salir en televisión por su despido de Mediaset, Riesco ha querido narrar su historia, de forma gratuita, en Ni que fuéramos Shhh, el nuevo Sálvame.
Este lunes se ha emitido en este programa una entrevista en la que cuenta cómo conoció a Antonio David Flores en los pasillos de una tienda de muebles, y cómo poco a poco comenzó a entablar relación con él, hasta que la chispa entre ellos surgió. Algo que provocó que su imagen pública se viese afectada.
Uno de los episodios que ha tocado hoy Marta es cómo Antonio David Flores se mudó con ella a un ático, que la periodista costeaba de su bolsillo. “Me hago cargo yo”, ha explicado en la exclusiva de Ni que fuéramos. Algo que para ella era bastante complicado, pues todos los gastos salía de su bolsillo. “Estaba cobrando en Ana Rosa 1900 euros”, detallaba, en referencia al salario que se embolsaba por participar en El programa de Ana Rosa.
De alquiler pagaba “una barbaridad”. “No quiero que me vea mi casero, pero 1.400 euros”, ha contado Riesco, a la que han preguntado si le salía cara la relación. “Sí. Pero a mí el dinero ha sido siempre algo que no me ha importado nunca. Soy muchas cosas, menos una persona materialista, ni una persona que se deje llevar por el dinero, ni piense esas cosas”, sentenciaba.
“¿Y te parecía lógico que no colaborara?”, le volvían a preguntar, en referencia a los gastos comunes. “No me parece lógico. En ese momento podía entender el tema de sus hijos, que no quería que lo pillaran, no sé, las cosas que te dice, que tú crees, porque también quieres creer”, lamentaba Marta.
El amor a su profesión
Sobre su etapa en El programa de Ana Rosa, Riesco no guarda buenos recuerdos. “A mí me hicieron una emboscada que lo flipas, quién aguanta eso”, aseguraba, en referencia a cómo se enfrentó a una portada de una revista de corazón. Asegura que aceptó cosas que no debía haber admitido, y en la actualidad se arrepiente. “Ahora hubiese preferido que me echaran”, sentencia.
“A mí me pudo el amar tanto mi profesión, que pensaba que si continuaba el juego llegaría un día en el que podría volver a mi trabajo con normalidad, entonces eso fue lo que hizo que yo aguantara todo lo que aguanté”, añadía.