La tercera entrega de MasterChef volvió a tener a Samya, la joyera que se considera "musulmana de vez en cuando", como una de sus protagonistas. La aspirante consiguió ser la mejor en la primera prueba y se llevó un privilegio hasta ahora inédito en el talent culinario de TVE: el delantal de la segunda oportunidad.
En caso de caer eliminada, Samya deberá abandonar las cocinas, pero podrá volver en la siguiente gala como concursante de pleno derecho. La joven de origen marroquí fue la mejor en un primer reto en el que los jueces propusieron elaborar un plato después de escoger dos ingredientes de una caja sorpresa gigante.
Sin embargo, sus compañeros empezaron a poner en entredicho el nivel de Samya y, por lo tanto, las valoraciones del jurado. La concursante volvió a enfundarse el delantal negro después de una desastrosa prueba de exteriores, en la que el programa de RTVE homenajeó a las víctimas de los atentados del 11-M en un cocinado en el Parque de El Retiro de Madrid.
Tal fue el caos, que para que los platos diseñados por Pepa Muñoz salieran adelante, no sólo fueron suficientes las manos de Pepe Rodríguez y Jordi Cruz. Samantha Vallejo-Nágera también tuvo que ayudar. Finalmente, los jueces decidieron que no había un equipo ganador y otro perdedor, sino que enviaron a la prueba de eliminación a los peores.
Fue durante la cata de la última prueba donde el jurado se plantó, harto de los comentarios de favoritismo hacia Samya que soltaba Pulga. Todo después de que la aspirante cocinara unos bollitos de Santa Inés que fueron del agrado de Pepe, Jordi y Samantha.
Rodríguez, visiblemente molesto, paralizó el programa y animó a Pulga, ya salvado, a probar los dulces de sus compañera. "Hay gente que duda de nuestro criterio". El madrileño acabó reconociendo que estaban buenos para llevarse después el tirito de Jordi Cruz: "Lo que tienes que hacer es creer un poquito más en este jurado, porque creo que no tenemos que estar justificándonos en cada programa".
Por supuesto, la aludida, se creció y sacó pecho más que nunca: "Creo que algunos me tienen algo de tirria. Yo no sé qué se piensan que soy. ¿Crees que eres más inteligente que yo? Baja un poco ese ego, bonito", le dijo. Pulga, arrepentido, claudicó: "Está perfectamente cocinado. Estos jueces son absolutamente justos con el plato que se ha cocinado en el momento". Ramón acabó siendo el nuevo expulsado.