First Dates celebraba este lunes sus ocho años en emisión. Podría parecer que después de tanto tiempo en antena los espectadores ya habían visto todo, pero todavía hay solteros que sorprenden. Y este martes hemos tenido un buen ejemplo, porque Ana y Edgar han decidido de una forma insólita el decidir si volverían a verse para conocerse más y que surja la chispa del amor.
Ana, de 39 años, es ajedrecista y tiene una escuela de ajedrez en Valencia, donde vive, aunque nació en Armenia. Además, es consultora de belleza. Empezó a amar este deporte a los siete años, porque su padre jugaba mucho en casa. Busca un hombre que sea guapo, pero “no tontos”. Por pedir, que fuese ordenado, que se cuide y tenga las ideas claras.
Edgar, por su parte, también vive en Valencia y tiene 43 años. Y tiene en común con Ana que le gusta el ajedrez, aunque también otros juegos de mesa. La primera impresión que ha tenido es que Ana es una chica que le gusta. Élla, por su parte, lo consideró “más o menos guapo”.
Ana le contó a su compañero de cena que lleva dos décadas en España. Así, Edgar, que se considera “un poco payaso”, quiso saber su edad, pero ella esquivó la pregunta. Ella cuestionó si era obligatorio responder, porque para ella “la edad está en el pensamiento”.
Al hablar de ajedrez, Ana aseguró que no le sorprendía que su cita supiese jugar. Le parecía un hombre de números, y él, por su parte, consideraba a Ana una persona que no puede conocer en una primera cita, sino que necesitaba más. Entre plato y plato, Ana acabó proponiendo que jugasen una partida al ajedrez. Aunque ya lo avisaba: necesitaba un rival más fuerte que ella.
Tras compartir opiniones sobre cómo de románticos se consideran, los solteros pasaron al reservado. Allí, en otras ocasiones, los comensales dan rienda a la pasión con besos o bailes. En esta ocasión, sin embargo, jugaron al ajedrez. Y Ana le dejó claro que si no le ganaba no habría una segunda cita. “Si me ganas va a haber otro día”, le decía, con las fichas ya en movimiento.
Edgar aceptó el reto, y comprobó que era una contrincante muy fuerte. “Seguro que me vas a ganar”, admitía el soltero. “Pensar eso es un error, porque hay millones de posibilidades de que puedas ganarme”, le reprochaba su compañera.
Sola ante la cámara, Ana admitía que le gustaban los hombres líderes, y que ella tiene muy mal perder. De Edgar, reconocía que no jugaba mal, pero que había técnicas que tenía que aprender. Finalmente, Ana propuso que la partida acabase en tablas, es decir, en empate.
A la hora de decir ante la cámara si tendrían una segunda cita, Edgar confirmó que quería repetir. Ana contó que se lo había pasado súper, pero que ha notado que la cosa no iba bien y que no volvería a tener una cita. “Cita como tal, no. La conexión no la he sentido del todo. Encantada de conocerte, gracias por la partida y espero que coincidamos”, le decía al despedirse. De esta manera, Ana mantenía su palabra. Y es que ya dijo que volvería a tener una cita si Edgar le ganaba, y aunque no había perdido, Edgar tampoco la había derrotado.