Crónicas Marcianas supuso un punto de inflexión en nuestra industria audiovisual por una forma de hacer televisión que ha llegado hasta nuestro días en programas como Sálvame o El Hormiguero. Una forma de hacer televisión donde primaba la naturalidad, el gamberrismo, la libertad.
Sin embargo, a día de hoy sería impensable un programa tan polémico como aquel. Y ya no solo en la actual Mediaset España, sino en la propia televisión. De hecho, a esa conclusión se llega en el especial Crónicas Marcianas: El Reencuentro que esta noche emite Telecinco a partir de las 22:50 horas.
Producido por Producciones ERTAL, la productora de Carlos Latre, en este programa único Xavier Sardà realizará un viaje al pasado guiado por el humorista para rememorar los momentos más especiales vividos durante ocho años de emisiones y revelar secretos y anécdotas del programa detrás de las cámaras.
¿Por qué Sardà decidió poner fin a un programa tan exitoso? ¿Fue por presiones? ¿Se arrepiente de alguno de los momentos más polémicos? ¿A quién ha echado de menos en este reencuentro? A esta y otras cuestiones ha respondido a BLUPER el comunicador catalán que ahora colabora en TardeAR.
- ¿Volvéis para un solo programa o hay opción a una vuelta?
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Esto es una única sola noche. Si esto funciona, podría haber otro único programa. A estas alturas yo no vuelvo a Crónicas Marcianas. Me gusta mucho que nos podamos sentar otra vez todos juntos y que nos llevemos bien.
A estas alturas yo no vuelvo a 'Crónicas Marcianas'
- Pero, ¿por el horario?
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No, no. A mí me corta hacerlo. Ni horario ni nada.
- ¿Eres de los que piensa que está bien que hayamos llegado a un punto en el que no se puedan hacer determinadas cosas en televisión o de los que cree que está mal porque no haya esa supuesta libertad?
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En realidad no soy de los que sienta nostalgia de una época ostensiblemente mejor respecto a la que estamos viviendo. Sí que como el programa era a esa hora tardía, se permitía hacer una serie de cosas. Y, ojo, tampoco son tantas las cosas que no se permitirían. Depende de los profesionales el ejercicio de la libertad. Yo soy un señor ya mayor de 65 años que no leo jamás nada de ninguna red social. Me importa un pito. Pero no solo eso, sino que hay gente que hace programas viendo lo que dice la gente. Y eso condiciona. ¿Van a mandar la gente que está mandando sus opiniones? ¿Van a ser determinantes para el contenido de ese programa? Yo digo lo que digo sin mirar las redes sociales.
También te diré que me he encontrado con personas conocidas que me han dicho que fueron injustos con nosotros por habernos criticado como nos habían criticado.
- ¿Recuerdas algún momento especialmente tenso?
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Momentos de tensión no recuerdo. Pero sí que te digo que es una suerte que hoy en día no haya atentados terroristas con la cotidianidad con la que hemos vivido toda nuestra trayectoria profesional. Había muertos a los que conocías y apreciabas. Se pasaron buenos momentos, pero también celebro que la violencia sea algo del pasado.
Y luego recuerdo un día que cuando murió Juan Pablo II y aquí en España se hizo un drama. Y nosotros cogimos y pusimos a Carlos Latre y a Pozí vestidos de papables.
Si el programa hubiese sido por la tarde yo lo hubiese hecho 25 años, pero es que era muy tarde
- ¿Y te arrepientes de algo que pasara en el programa?
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Ahora mismo no sé qué decirte. Es que el paso del tiempo hace que los recuerdos sean los mejores. Seguramente hay cosas que sí me arrepienta. Cada noche decía que había algo que no me había gustado tanto. Pero ahora decirte una cosa en concreto, sinceramente, no sabría.
- ¿Hay algún momento divertido que siempre recuerdes?
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Galindo era muy divertido. Yo le conocía desde que era pequeño a través de mi hermana Rosa María Sardá. Un día le llamé para decirle si quería trabajar con nosotros y me preguntó que a qué hora era. Y le dije que de madrugada. 'Vale. De día, no'. Y luego con Latre viví muy buenos momentos. Cuando vino Gran Hermano y Operación Triunfo fue la bomba atómica.
- ¿Tomaste tú la decisión de acabar con el programa?
- Sí, sí.
- ¿No te intentaron convencer?
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Yo sé que era dejar un programa arriba de todo, pero es que el horario me mataba. Yo a las 08:00 estaba despierto. No sabía dormir. Luego hacía unas siestas que cuando me despertaba no sabía si era el día siguiente.
- Pero, ¿no te dio vértigo?
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No. Mi trayectoria había sido espectacular. Había tenido la suerte inmensa de haber estado haciendo Radio Nacional, Juego de niños, Cadena SER, Moros y Cristianos, Crónicas Marcianas... ¡Imagínate la suerte profesional! Van pasando los años y de repente estás en un programa ocho años. Si hubiese sido por la tarde yo lo hubiese hecho 25 años. Pero es que era muy tarde.
- ¿Te costó mucho aceptar presentar Crónicas Marcianas?
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Mucho. Yo estaba en la SER y haciendo Moros y cristianos. Y cuando estaba en RNE hacía La bisagra y Juego de niños. Y entonces era dejar de hacer radio y hacer solo un programa. A mí me había llegado que Pepe (Navarro) decía Telecinco no me dejase marchar porque era el único que puede mosquear. Y cuando él se va a Antena 3, me llaman a mí. Yo no quería. Yo siempre soy de acostarme temprano y para mí era un cambio de existencial. Me costó días.
Tuvimos muchas presiones, pero tengo que decir que los italianos y los vascos lo resistían por un motivo: la audiencia
- ¿Y que te arrepintieras después de haber aceptado?
- No, nos dejaron aprender. Al principio, el error de Crónicas Marcianas fue hacer lo mismo que se hacía en la radio. En la radio se va un invitado y entra otro. Y así fue el primer año y dije: ¡basta! No se puede cortar nada. No se puede cortar así. Tiene que ser una continuidad. La idea de continuidad, de que pasase lo que pasase, aunque se solapase a lo anterior, es lo que después de tantos años de radio tuve que aprender. Nos dejaron aprender. Y luego está el hecho de que Pepe Navarro solo estuvo tres meses. Se encontró con que cambió la dirección de Antena 3 ese verano. La gente pensaba que no íbamos a tener sentido sin nadie enfrente. Y al final fueron ocho años y porque yo ya no podía más con el horario.
- Cuando te despertabas, además de las audiencias, ¿te tocaba responder a muchas llamadas de directivos por la que habías liado la noche anterior?
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No. A partir de que la curva de audiencia ya no admite análisis, ya era rellenar, traer invitados óptimos, afianzar las secciones... Yo soy el peor jefe cuando hay que implementar algo. Y soy el mejor jefe cuando ves que algo se implementa y que funciona razonablemente.
- Pero hubo presiones de Aznar, con el que fuiste muy crítico...
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Sí, hubo muchas. Intentaron que cayera. Pero, con la audiencia que tenía Crónicas Marcianas... Tuvimos situaciones muy tensas con Aznar. Yo era un mal tío para tener las vacaciones en verano porque estaba todo el rato pensando. Así que cuando vi la boda de la hija de Aznar ya tenía ganas de empezar. Entonces, él llamó y dijo que me dijeran que ya era una cuestión personal. Recreamos la boda con Latre y Boris... ¡Era una presión! Pero tengo que decir que los italianos (Mediaset) y los vascos (Vocento) lo resistían por un motivo: la audiencia. El poder en la televisión es la audiencia.
- ¿A quién echas de menos en este reencuentro?
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A Manel (Fuentes). Pero no ha sido posible. Con Boris lo hemos hecho de una forma muy eficaz, pero con Fuentes no ha sido posible. Pero es uno de los que me encuentro más de una forma periódica.
- ¿Había escaleta en el programa?
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Sí, había una escaleta básica de contenido y algunas cosas de guion mínimas. Pero escribir todo el programa de cada noche era imposible. Ten en cuenta que el director era yo. Eso es importante. Decidía lo que se alargaba o no. No había un texto de pe a pa.
Había una escaleta básica de contenido y algunas cosas de guion mínimas, pero escribir todo el programa de cada noche era imposible
- De hecho, se te veía desde la mesa dar órdenes. Se decía hasta que tenías monitores con lo que estaba pasando en las cadenas rivales...
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No, las cadenas enfrente no las tenía. Pero sí que en un tablet mandaba órdenes. Un día vino Chicho Ibáñez y en la comida dijo que estaba en contra de que la gente que hace un programa sea director porque es muy difícil, que tenía que haber alguien a parte. 'Menos este hijo de puta que sabe lo que se hace'. Es un elogio máximo.
- Has dicho que Jorge Salvador ha continuado esa forma de hacer televisión de Crónicas Marcianas en El Hormiguero. ¿No crees que Sálvame también fue heredero de todo eso?
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Sí, claro. Todos hemos tenido conexión con todo. La grandeza de Crónicas Marcianas era la hora en la que se emitía en la que se nos permitía hacer de todo. Pero no de mal rollo.
- ¿Qué pasó con aquel intento de rescatar el espíritu de Crónicas Marcianas en La Tribu?
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Lo que pasó es que yo enseguida perdí fuerza. Fue un remido que no fructificó. Eso pasa mucho.