Nada ni nadie logra remontar el vuelo en una Telecinco desmoronada. Los cambios realizados en su parrilla no sólo no han conseguido remontar las malas audiencias, sino que las ha empeorado aún más. Su prime time está lejos de ser el que era; las tardes añoran más que nunca a Sálvame, y está a punto de perder las mañanas. Pero al mover todas sus fichas y confiar las tardes a Ana Rosa ha terminado por hundir a la cadena también en este horario, beneficiando a Espejo Público.

A la hora de plantearnos las razones del desplome de Telecinco en los últimos tiempos, encontramos múltiples respuestas. Sí, todo empezó con aquella sentencia que obligó a Mediaset España a suspender las emisiones de Pasapalabra, que ejercía de telonero al informativo de Pedro Piqueras y que acabó pasando a Antena 3 para servir de trampolín a Vicente Vallés. Más tarde, llegó el fenómeno de las series turcas que acabó con la hegemonía de Sálvame, unido a las polémicas que rodeaban a Jorge Javier por sus manifestaciones políticas.

Todo esto lo sabemos. Sin embargo, hasta ahora no se ha profundizado en otra cuestión: todos los rostros que ha dejado escapar el grupo de Fuencarral, aquellos que, en algún momento, formaban parte de la mejor Telecinco de todos los tiempos. Quizás, esta tendencia empezó con la salida de Sonsoles Ónega. La presentadora estaba llamada a ser la heredera de Ana Rosa Quintana en las mañanas, pero ahora se ha convertido en su rival en las tardes y en la verdugo de la que fuera su casa, al ganar la franja con comodidad.

[Los cambios no sientan nada bien a Telecinco: a punto de cerrar su peor septiembre de la historia en audiencias]

La presencia de Sonsoles fue aumentando poco a poco, primero con Ya es mediodía y, después, con Ya son las ocho. La hija del popularísimo Fernando Ónega acabó aceptando una oferta de la competencia en el verano de 2022. Fue el movimiento más sonado y que marcó el curso. De alguna manera, Mediaset España la dejó escapar al no tenerla blindada con un contrato de larga duración.

Esta tendencia se ha intensificado a lo largo de este mercado estival, a raíz del cambio de la hoja de ruta marcado por la nueva cúpula del grupo con sede en Fuencarral, con Alessandro Salem al frente, y con un objetivo claro: apostar por unos contenidos más blancos y familiares. En esta metarmofosis, Mediaset recuperó uno de las marcas que más alegrías le ha dado: GH VIP.

mercedes-mila

Para esta nueva etapa del programa se optó por romper con las últimas ediciones, o sea, descartar a Jorge Javier, para elegir a Marta Flich, una periodista cuyo perfil recuerda mucho al que tenía Mercedes Milá antes de recalar en Telecinco en el año 2000 para inaugurar la vida en directo. Lo cierto es que Mercedes Milá ha acabado fichando por La 1 para pilotar un formato de entrevistas. Otro rostro potente y de toda la vida que recala en la radiotelevisión pública, por cierto.

Y es que la Corporación ha sabido rellenar el hueco que ha dejado vacío Telecinco. Jordi González se incorporó a TVE después de la salida de Vasile y su buen trabajo al frente de Lazos de sangre le ha dado un magacín vespertino al estilo de Amigas y conocidas. De la misma forma, Paula Vázquez y Raquel Sánchez Silva son presentadoras con pasado en Mediaset que han terminado por volver a la televisión pública.

Paloma García Pelayo

Un capítulo aparte merece el fin de Sálvame. Con el fin del programa, Telecinco ha dejado escapar a colaboradores tan importantes y de tanta popularidad como Terelu Campos, recién aterrizada en La 1 con Mañaneros y La plaza, o Gema López, uno de los fichajes estrella de Espejo Público para el tramo de corazón, junto a Miquel Valls, otro que ha hecho las maletas a San Sebastián de los Reyes. 

Otros rostros que han seguido los mismos pasos son nombres fuertes de Ana Rosa como Beatriz Córtazar, Cruz Morcillo y Paloma García-Pelayo. Las tres ficharon por Atresmedia por la estabilidad económica que no acababan de tener nunca en los programas que colaboraban de Telecinco, firmando contratos de un año de duración.

Con vemos, esta renovación ha derivado en que un buen número de rostros televisivos pasen a reforzar las cadenas rivales. Bien porque han sido víctimas colaterales de las decisiones de los directivos, bien porque no han sabido ver en ellas el potencial de recuperar a rostros de toda la vida, con los que el espectador se tiene cómodo. Y así es díficil ganar la batalla de las audiencias.