Una de las novedades que traía la presente edición de GH VIP es la de que el premio final no es fijo: su cifra puede ir mermando a lo largo de los días. Así, la organización ofrece a los concursantes una serie de ventajas a cambio de que ese montante se reduzca. Puede ser comida, librarse de unas votaciones o lo que corresponda.
Sin embargo, esa dinámica y ese riesgo de perder dinero del bote final han mostrado sus costuras en la primera semana de juego, y con una partida doble. El pasado martes, en la gala Límite 48 horas, se ofreció a Oriana Marzoli ver a su novio Daniele. Para ello debía entregar 12.00 euros. Ella, nerviosa, declinó la oferta. Pero el comportamiento tanto de la antaño tronista como de su pareja dejaron mucho que desear.
Tal como se pudo ver a través del canal 24 horas (pues en la gala no se hizo referencia), Daniele la lió, dando patadas a la jaula en la que estaba, amenazando con llamar a la policía, incluso. Tal revuelo se formó (y tan poco se contó a la audiencia en directo) que al día siguiente tuvo que dar explicaciones Joaquín Prat. Y eso que él ni siquiera forma parte del equipo de presentadores del reality.
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“Durante la noche, y para garantizar el bienestar de Daniele que estaba... pelín inquieto, el programa decidió facilitar un breve encuentro entre Oriana y el propio Daniele”, explicó Prat desde Vamos a ver. Allí añadió que fue un encuentro que se realizó “bajo la supervisión de los miembros de la organización” y que no pasaría factura al resto de compañeros, pues “fue una decisión puntual y excepcional de la organización y no de Oriana, por lo que el premio permanece intacto”.
Es decir. Oriana tiene que pagar para ver al novio. Dice que no, pero ambos la lían lo suficiente como para que les permitan verse, tras cinco días separados, y encima, les sale gratis. No se ha dado un bocado a la cuantía final, ni a Oriana le han dado ninguna clase de penalización, como la nominación disciplinaria, quitarle puntos en las nominaciones, o lo que se hubiese estimado correspondiente.
No queda ahí la cosa. El domingo descubrimos que Pedro García Aguado no era un concursante de pleno derecho, sino una suerte de infiltrado al que había que descubrir. Todo formaba parte de un juego, y el que acertase la identidad de ese topo, o “colibrí”, podría ser inmune en las primeras nominaciones.
“Si detectamos que favoreces a alguien y dejas que te descubran, el premio final sufrirá una penalización sin precedentes”, le advertía Ion Aramendi. “Te pedimos que hagas este esfuerzo, que sigas en tu papel de infiltrado y que sea la casa la que lo descubra”, terminaban diciéndole.
En la gala de anoche, en la que se descubrió el pastel, Marta Flich avanzó que Pedro “la ha liado parda”. Que había acabado revelando que él era el infiltrado, el colibrí. Lo dijo después de que sus compañeros hubiesen jugado sus cartas, pero en cualquier caso rompió el misterio.
¿Llegó la penalización sin precedentes en el premio final? No. Ni lo más mínimo. Ni se mencionó el tema, ni se dio ninguna explicación que permitiese justificar la falta de consecuencias, como que lo dijese cuando todos han hecho su quiniela y no antes, para no favorecer a ningún compañero.
No solo eso. Cuando Pedro abandonó la casa no se le reprendió por irse de la lengua: Marta Flich no le paró de lanzar cumplidos, y hasta le propuso continuar en Guadalix de la Sierra, ahora sí, como participante de pleno derecho. Algo que García Aguado rechazó, porque tenía compromisos fuera.
Así, en escasas 48 horas, GH VIP ha roto dos veces sus propias normas en lo referido al premio final, lo que hace que muchos espectadores reclamen un poco más de mano dura a partir de ahora.