Mario Casas continúa su periplo promocional de Mi soledad tiene alas, la primera película que ha dirigido, y que protagoniza su hermano Óscar Casas. Por esa razón, ambos han acudido a El Hormiguero para hablar de la experiencia, y, de paso, desvelar algunos secretos del rodaje.
“Quería otro actor de su edad, pero no me dejaban entrar en casa si no lo elegía”, bromeaba Mario al empezar la entrevista con Pablo Motos. El cineasta explicó que “hay muy buen boca a boca, los espectadores salen muy emocionados”.
Con mucho humor, el presentador invitó a Mario a que explicase de qué val a cinta. “La he escrito yo, te mando el guion”, le respondía con humor, para después añadir que es una historia de jóvenes, de barrio, en la periferia de Barcelona. “Tienen que huir de la policía y no pueden volver al barrio. Es una historia de amistad, de familia y de amor”, añadía.
Para Óscar, la experiencia ha sido complicada porque ha tenido que “luchar con mi cabeza constantemente”. Mario apuntaba, en ese sentido, que el primer día de grabar le dio un ataque de ansiedad, y es que estaba descubriendo la diferencia del Mario hermano del mario director.
“Óscar ¿te ves mejor actor que tu hermano cuando era joven?”, preguntó Pablo Motos en un momento dado, y el invitado no se atrevió a responder. “Dilo, dilo”, azuzaba su hermano. “Es el mejor actor. Él ha tenido un viaje y un camino muy distinto. Me ha dado herramientas que a lo mejor él no tenía, hay más entendimiento”, reflexionaba Óscar. Pero Mario no pensaba lo mismo: “Me da tres mil patadas”.
También se hizo referencia a cuál de los dos es más guapo, y Mario también lanzó flores a su hermano pequeño en ese sentido. “Mis padres nos han ido haciendo mejores”, bromeaba. Sobre el trabajo de Óscar, el ahora director ha destacado que a sus 24 años es “supermaduro y responsable. Hablo mucho con él, era mi hermano pequeño y nos hemos conocido mucho más y he encontrado a alguien precioso”, detallaba.
Motos quiso saber si Mario ha tenido manías en su debut como director, y él reconoció que sí. En ese sentido, siempre vestía de negro como forma de concentrarse, y además, tenía que pasar por los sets de rodaje palo santo para “limpiar la energía”. Del mismo modo, no dejaba ver a los actores las escenas grabadas, y prohibió los móviles en los ensayos, ni que tuviesen relaciones personales entre los actores.
Para afrontar su personaje, Óscar tuvo que perder 8 kilos, porque “el protagonista es un chico de barrio que come medio mal y no le pega ese cuerpo”. Y aseguraba que el sentimiento de hambre que tenía no ele permitía desconectar del personaje, y que “cuando comían cerca de mí me daban ganas de pegarles puñetazos en la cara”.
Una de las escenas más particular de grabar de Mi soledad tiene alas es una en la que el personaje de Óscar intima con una chica. “Imagínate, Pablo. Estás conociendo una chica, viviendo una cosa loca. Hay un momento íntimo y tu hermano empieza a gritar “más, agárrala, todo, dáselo todo”. Y yo pensaba: no es real”, bromeó el invitado, que más tarde sacaría pecho por lo bien que cocina las berenjenas rellenas.