A lo largo de la historia de la televisión, muchos han sido los programas, e incluso las series, que han cambiado de cadena, de hecho, es un fenómeno que se ha repetido en los últimos años. El precio justo, Alta tensión, La Voz, Operación Triunfo, Pasapalabra, y así, un largo etcérera. A veces, el saltar a un nuevo canal supone un aire fresco para el formato, que recupera impuso al tener nuevos presentadores y enfoques. En otros, sin embargo, no se corre tanta suerte, y por más que haya buenas intenciones, la cosa no remonta. Y un claro ejemplo de esto lo tenemos en Me resbala, que se está hundiendo en la noche del martes en Telecinco.
El programa arrancó sus emisiones el 27 de junio, en la noche del martes. Era un reto importante, pues este formato había tenido cinco etapas en Antena 3 conducidas por Arturo Valls, y ahora se iba a la competencia, a Telecinco, y con Lara Álvarez como maestra de ceremonias. En su casting de concursantes se había apostado por algunos históricos del formato, como Florentino Fernández, Edu Soto, Xavier Deltell o Anabel Alonso, y se habían sumado nuevos rostros como el de Lorena Castell, Paz Padilla y hasta Cristóbal Soria en un registro al que no nos tiene muy acostumbrados. Los ingredientes eran de calidad, pero el cóctel ha salido mal.
En su primera noche firmó 1.077.000 espectadores con un 11,7% de cuota de pantalla. No lideró su franja, pero no estaba nada mal, pues la media mensual de Telecinco fue de 11 puntos, por lo que se mantenía por encima de la misma. Además, suponía una mejora respecto a los últimos coletazos de Me resbala en Antena 3, en agosto de 2021, que no consiguieron alcanzar la barrera del millón.
Fue todo un espejismo, sin embargo. A la semana siguiente el programa cayó hasta el 10,4% (con 11.000 seguidores más), y su cuota fue bajando en entregas posteriores hasta el 9%, el 8,7% y ya el 25 de julio caía hasta los 687.000 espectadores y un 7,1% de cuota de pantalla, lo que supone mínimo histórico del formato en sus más de 40 entregas desde que llegase a nuestra pequeña pantalla en 2013. A la semana siguiente mejoró, eso sí, 3 décimas, pero el dato seguía por debajo de la media de la cadena, que en este momento está en un discretísimo 9%. Y para esta semana, en un movimiento sorpresa, la cadena decidía emitir un refrito, en lugar de entregas nuevas, para recular más tarde.
Cabe entonces preguntarse qué ha sucedido para que Me resbala no cuaje entre el público, hasta el punto de que esté desangrándose su audiencia capítulo tras capítulo. Y para empezar, solo hay que echar la vista atrás para saber por qué Antena 3 no siguió apostando por el hilarante concurso. Su quinta etapa empezó a emitirse a inicios de 2020, y se cortó cuando llegó la pandemia del coronavirus. Los programas que quedaron en un cajón no se emitieron hasta agosto de 2021, y entonces el programa mostró un fuerte desgaste, marcando mínimos. Y que cuando se emitió en marzo de 2020 tampoco iba la cosa muy allá, con entregas por debajo del 10% de cuota de pantalla.
Por otro lado, Me resbala no ha llegado a ser un programa que nos haya dado tiempo a echar de menos. Solo hacía dos años que estaba fuera del juego audiovisual, y su regreso no era algo que pareciese tener una gran demanda por parte de los espectadores.
Como también se ha comentado ya, Me resbala estrenó una nueva etapa, en un nuevo canal, una nueva presentadora, pero faltó una renovación integral de su plantel de humoristas. La presencia de Flo, Anabel Alonso y demás repetidores transmitía una sensación de extraña continuidad, en la que era lo mismo de siempre, pero no era lo mismo.
Además, no ha resultado un formato en el que el espectador ansiase ver a Lara Álvarez. La presentadora ha demostrado con su esfuerzo ser uno de los comunicadores más eficaces (y queridos) de Mediaset, pero Me resbala no es el espacio en el que más consigue que su luz llegue a los que estamos en casa. Y mira que sustituir a Arturo Valls con ella fue una decisión muy inteligente, por tener perfiles completamente diferentes y que no invitaban a ninguna clase de comparación.