Tal día como hoy, hace 32 años, llegó un programa a la televisión de escasa calidad y más dudoso gusto, pero que todavía se recuerda. Hablamos de Las noches de tal y tal, un formato lanzado por Telecinco el 13 de julio de 1991, y que tuvo la característica de estar presentado por Jesús Gil, entonces alcalde de Marbella. Seguro que, al leer el título del formato, automáticamente muchos han visualizado al que fuese promotor inmobiliario metido en un jacuzzi, mientras un montón de chicas en bikini lucían a su lado cual floreros. Entre ellas estaban las Chicas Chin-Chin, de Ay qué calor, que lucían frutas en sus bikinis y que eran famosas por su arte al abrirse el sujetador.
“Aquí los únicos cortes que hay son los publicitarios, porque Gil no se corta”, decían en su promoción. Jesús Gil no era uno de esos políticos que probaban suerte con mayor o menor fortuna en la televisión. Aquel programa estaba hecho a su medida, para que pudiese soltar cualquier cosa que se le pasase por la cabeza. Tenía incluso una sección para recibir consultas telefónicas, y otra llamada “las verdades del barquero”, donde se despachaba contra cualquier tema (o persona) que le tocase las narices.
Las noches de tal y tal (que en su primera noche consiguió la friolera de un 40% de cuota de pantalla) se grababa en Puerto Banús, en Marbella, para así de paso vender a toda España la ciudad en la que era mandatario. A pie del puerto, entre barcos, había actuaciones de artistas del momento, como Marta y Loreto Valverde, y actuaciones de Benny Hill, humorista británico que Telecinco relanzó en sus inicios.
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Fueron un total de 11 entregas, que se grabaron a lo largo de 17 días seguidos. Junto a Jesús Gil estaba la actriz Janette Rodríguez, estrella de telenovelas de la época como La dama de rosa, y al parecer, entre ellos no había precisamente química. Incluso hubo alguna sonada discusión durante aquellas calurosas jornadas. También estaba por allí Pepe da Rosa Jr, hijo del humorista Pepe da Rosa, y que fue una estrella en aquel primigenio Telecinco.
Esta producción era un ejemplo más de aquella televisión machista que cosificaba a la mujer. Y es que había muchas chicas en el programa, luciendo pierna en bikini, pero sin ningún objetivo más que la de alegrar la vista al propio Gil, que quedaba de macho bravo, y de paso, al espectador.
Ojo, que Jesús Gil también enseñaba cacho. Su uniforme para presentar era el bañador, y, con suerte, una camisa mal cerrada, o un polo, cuando le veíamos en el jardín con su conocido caballo imperioso. Y de esta guisa era capaz de afirmar cosas como que tenía 200 millones de pesetas y no sabía qué hacer con ellos.
Como curiosidad, la crítica se cebó con el programa, pero también algunos colectivos. La Asociación de Telespectadores y Radioyentes pidieron a los anunciantes que retirasen los anuncios, algo que sucedería años después con La Noria o Gran Hermano, si bien en aquella ocasión la propuesta no tuvo éxito.