Y llegó esa fecha que nadie quería que llegase. Este 23 de junio, Sálvame llega a su fin. El histórico magacín de La Fábrica de la Tele se despide para siempre. Por ello, toca echar la mirada atrás y ver los méritos que le han convertido en uno de los formatos que ha reinventado el lenguaje televisivo español desde su desembarco en las tardes de Telecinco, allá por marzo de 2009. Entre ellos, está el de la visibilización de la comunidad LGBT.
Desde su propia concepción, Sálvame ha destacado por la visibilidad en clave LGBT, dado que su presentador, Jorge Javier Vázquez, es abiertamente homosexual. A ello se suma su destacada lucha por la igualdad cada vez que la ocasión lo requiere. De hecho, el cáracter ácido del presentador ha servido para romper el hielo en temas que otros conductores hubieran visto más espinosos, como hablar con un invitado sobre su sexualidad sin prejuicios y, sobre todo, naturalidad. Partiendo de esa base, el catalán ya daba visibilidad en sí.
Pero Sálvame ha profundizado más. Ejemplo de ellos es cómo se ha vestido con los colores del arco iris para recibir las fiestas del Orgullo LGBT. Por ejemplo, en la edición de 2018, en la que se mostraron a los candidatos a Mr. Gay España, Paz Padilla habló con uno de los aspirantes, un joven que explicaba que, en ese momento, su madre estaría descubriendo la verdadera orientación sexual de su hijo.
[La visibilidad que ‘Sálvame’ da a la realidad LGBTIQ]
Una salida del armario (aunque a Belén Esteban no le guste la expresión) muy significativa, dado que fue con un joven desconocido que representaba a ese público anónimo que ve el programa; como también su madre, la cual se presupone que entraba dentro del perfil objetivo del magacín, público de cierta edad.
Un gesto pequeño en comparación a como se han tratado otros temas en los que los protagonistas eran homosexuales, bisexuales o transexuales. Uno de los casos más recientes es la boda del exdirector de Sálvame Raúl Prieto con el arquitecto Joaquín Torres. Fue un evento cuyo trato estuvo en la misma línea que otros enlaces matrimoniales, sólo con la salvedad que los invitados (la mayor parte) pertenecían al universo de La Fábrica de la Tele.
La naturalidad y espontaneidad como bandera para abordar la realidad LGTB
Tratado con suma naturalidad, en la que no hubo un señalamiento explícito a la sexualidad de los cónyuges, es una de las últimas muestras de visibilización y, sobre todo, normalización de la actualidad LGBT. Una palabra que no gusta pero que expone objetivamente el cómo se han tratado, especialmente en los últimos años, la información sobre personaje LGBT.
Otro ejemplo es cómo se abordó la separación de Miguel Bosé y Nacho Palau y, sobre todo, la batalla judicial por sus hijos. Años antes, Sálvame también trató con suma naturalidad el divorcio entre Víctor Sandoval y Nacho Polo. Si bien, es cierto que el actual colaborador del magacín vivió una guerra mediática con su exmarido, esta se trató de forma muy natural, sin hacer hincapié en la sexualidad de ambos protagonistas. Eso sin olvidar Óscar Cornejo, fundador de La Fábrica de la Tele, estuvo casado con Jaume Collboni, actual alcalde de Barcelona.
La naturalidad ha sido uno de los factores que más ha contribuido a la visibilización, pero eso no quita que haya habido momentos en los que 'salir del armario' o destacar la sexualidad de un personaje no haya sido importante. Quizás uno de los momentos más recordados es cuando se habló abierta y públicamente de la noche de amor entre Bárbara Rey y Chelo García Cortés. Fue todo un hito. Precisamente, la periodista es uno de los referentes más visibles sobre bisexualidad y quien no ha tenido reparos de hablar (aunque siempre de forma discreta) de su vida con su actual esposa.
En lo referente a situaciones en las que el magacín ofreció su cara más comprometida, está el haber sentado al exactor porno Nacho Vidal, quien acudía para pedir justicia para que su hija Violeta, transexual, pudiera llamarse en el DNI con el nombre que ella quiere y no con el que fue registrada al nacer. Otro ejemplo es cuando el Maestro João habló sobre cuando se enamoró de un hombre que era seropositivo, cuando el convivir con VIH estaba más estigmatizado de lo que está ahora. También ha habido espacio para la denuncia, como cuando Miguel Frigenti habló sobre el momento en el que sufrió agresiones físicas en su pueblo sólo por ir de la mano de su novio.
Eso sin olvidar que, antes de que existiese la serie de los Javis sobre Cristina La Veneno, en Sálvame se habló sobre su vida y de cómo su familia le dio la espalda por ser una mujer transexual. Lo más reciente, que fue una de las salidas de armario más esperadas, ha sido la de Kiko Hernández, quien anunció su compromiso con Fran Antón.
Un programa que ha servido de referentes para otros formatos respecto al trato de lo LGTB
La manera en la que el colaborador ha hablado abiertamente sobre su sexualidad también demuestra que el propio magacín se adapta a lo que está dispuesto a contar la persona. Por otro lado, el tertuliano anunciaba su boda para septiembre después de haberse hablado, durante toda una semana, sobre su supuesto enlace matrimonial exprés, que provocó una expectación que volvió a recordar cómo el magacín es capaz de visibilizar a la comunidad LGBT a través de la naturalidad.
Ahora bien, no todo ha sido alabanzas. Un caso muy sonado fue el trato que se le dio a Laura Velasco, exconcursante de Gran Hermano, en lo referencia a su transexualidad. La manera en la que se trató su biografía fue considerada errónea. También se consideró desafortunado un momento en el que la propia Chelo García Cortés se quejó de que le preguntasen si la parecía atractiva cualquier mujer de la que se hablase en la tertulia.
Pero, por supuesto, de los errores se aprende y, especialmente en los últimos años, Sálvame ha mostrado ser un ejemplo de visibilidad y, sobre todo, de normalización a la hora de abordar estos temas. Todo un mérito, dado que el magacín se dirige a gente de cierta edad y la forma en la que se han tratado los temas en clave LGBT en los últimos años, han invitado a ver la diversidad sexual desde una perspectiva positiva, derrumbando prejuicios y fomentando el romper barreras.
Todo un reconocimiento, además, sentó bases, puesto que otros programas siguieron sus pasos, tratando la diversidad sexual de forma y rompiendo así prejuicios. Un paso hacia delante que Sálvame hizo posible.