El caso de Carlota Prado parecía escribir su punto final este lunes, cuando conocíamos que el Juzgado de lo Penal número 18 de Madrid ha condenado a José María López a quince meses de prisión por haber abusado sexualmente de ella. Un hecho que sucedió el 4 de noviembre de 2017, cuando ambos participaban en el reality de televisión Gran Hermano Revolution, emitido por la cadena Telecinco. Además, la productora Zeppelin Television SA también ha sido condenada como responsable civil subsidiario.
Sin embargo, Carlota parece dispuesta a ir más allá. Y es que, tal como ha confirmado la que fuese concursante de telerrealidad a 20 minutos, ya ha iniciado acciones legales contra varios trabajadores de Gran Hermano Revolution y que estarían en las instalaciones donde se grababa la competición mientras sucedían esos abusos.
Según su relato, dichas acciones serán por “omisión de socorro”, por no entrar en la casa del reality, ubicada en Guadalix de la Sierra, mientras se llevaba a cabo el abuso de José María. En el pasado, la propia Carlota ya publicó en sus redes sociales el nombre de todos los trabajadores que estaban en su puesto de trabajo aquella noche de noviembre de 2017.
La juez María Dolores Palmero ha indicado en su sentencia, fechada el 12 de abril, que Carlota y José María mantenían una relación sentimental que se inició durante la grabación de Gran Hermano Revolution, el 21 de septiembre del 2017. La noche del 3 de noviembre se celebró una fiesta en la casa en la que se consumió bebidas alcohólicas, y Carlota solo cenó un pato de patatas fritas por la “escasez de alimentos” que había en el concurso. José María, “guiado por un ánimo libidinoso, a sabiendas de que Carlota Prado se encontraba bajo los efectos de un sopor etílico que le conduciría después a la inconsciencia, le quitó los pantalones cuando ambos se encontraban ocupando la misma cama y comenzó a realizar bajo el edredón movimientos de carácter sexual, pese a que la víctima, débilmente, le dijo: 'No puedo'”, recoge la sentencia. No fue hasta pasado varios minutos después, cuando Carlota demostró estar en un estado inerte, cuando intervino uno de los trabajadores del programa y José María cesó en sus acciones. “Es imposible no concluir (...) que Carlota Prado fue utilizada por el acusado como un objeto para satisfacerse, a modo de juguete sexual, sin que haya la menor sombra de consentimiento y, consecuentemente, de libertad”, añade la juez.