No es algo nuevo hablar de la crisis de audiencias que está sufriendo Telecinco. Con pocos formatos funcionando completamente bien, solamente la nueva edición de La isla de las tentaciones y Sábado Deluxe están teniendo datos medianamente decentes en el prime time, hay uno que hubiera podido funcionar bien y que la propia Mediaset ha quemado por sus continuos bandazos para rascar audiencia. Se está hablando, por supuesto, de Mediafest Night Fever.
Titulado originalmente como Sálvame Mediafest, su primera edición logró ser líder de audiencia en sus cuatro galas semanales. Sus resultados convencieron y fue uno de los primeros éxitos de la temporada estival. De ahí que no sorprendiese que la cadena de Fuencarral volviera a apostar por el formato, el cual pasaba de ser un experimento en el que los colaboradores de Sálvame competían entre sí cantando canciones icónicas a uno con concursantes fijos en el que debían mostrar sus dotes artísticas y multidisciplinares.
Sin duda, la premisa atraía, puesto que, en cada entrega, habría una prueba de canto, de baile, de humor y de arte drag. Se trataba de una oportunidad para ver a ocho famosos, varios de ellos conocidos rostros de la cadena, como Ana María Aldón, Anabel Pantoja o Lydia Lozano. Sin embargo, la primera gala ya dio la primera señal de alarma, puesto que obtuvo un discreto 10,8% de share y apenas 1.010.000 espectadores.
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Las cifras no han dejado de menguar, su cuarta gala ha tenido un pírrico 8,6% de share y apenas 812.000 televidentes, viéndose superada incluso por el cine de La 1, pues Mentiras arriesgadas logró tener una media de 936.000 espectadores. Aunque puede atribuirse a que el formato no llama la atención, toca recordar que cada nueva gala ha tenido una dinámica demasiado diferente del concepto original de la segunda edición, produciéndose la sensación de que Telecinco está improvisando sobre la marcha.
Esa sensación no ayuda, precisamente, a fidelizar al público, que no sabe qué puede encontrarse cada semana. Tampoco es positivo para los concursantes, a los que no se les da tiempo suficiente para prepararse las pruebas. De hecho, las dos últimas entregas del programa, no ha habido ni rastro de las categorías de baile, humor y arte drag, centrándose todo en la parte musical e invitando a diferentes estrellas de la música para cantar con cada concursante.
En esta última gala, por ejemplo, el talent ha querido emular a Tu cara me suena, con sus participantes transformándose en otros artistas e imitarlos. Varios de ellos, además, cantaban con el cantante original, quien hacía de coach, de una forma muy parecida a la categoría ‘Original y copia’ de TCMS, con el que el participante imitaba con ayuda del artista al que tiene que replicar y ambos cantaban juntos posteriormente en la gala.
A ello se ha sumado que el talent ha ido cambiando sus propias reglas en cada gala, con la intención de introducir nuevos participantes, en un claro intento de arrastrar audiencias. Esto se vio en la tercera entrega, con Raquel Bollo intentando entrar en la terna de participantes y convirtiéndose en la primera expulsada del programa. En la cuarta ha ido a más, con Telecinco poniendo toda la carne en el asador con Rocío Carrasco, Makoke y Kiko Jiménez como nuevos aspirantes y con la ex de Kiko Matamoros como segunda expulsada.
Un formato que necesitaba más tiempo de cocción
Estos cambios de reglas en las expulsiones, la llegada de nuevos concursantes cuyos nombres bien hubieran podido ser cabeza de cartel desde el inicio o en otra edición o el ir modificando las disciplinas artísticas para centrarse solamente en el canto han provocado que ni siquiera el propio público sepa qué es exactamente Mediafest Night Fever. Refuerza esa sensación de ser un programa ensayo-error, con el que la cadena busca arañarle cifras a La Voz.
Y es ahí donde Telecinco ha quemado un formato que hubiera podido funcionar mucho mejor. No solo por los continuos cambios en su mecánica, sino por haber querido enfrentar el formato a un fenómeno como La Voz, cuya novena edición está ya encarando su etapa final, lo que implica en que la fidelidad de su público será aún mayor.
Mucho se ha hablado de que Telecinco necesita un lavado de cara y una apuesta por diferentes contenidos. Sí, es cierto, pero también la cadena debería cuidar más formatos que podrían funcionar mejor. Es el caso de Mediafest Night Fever, cuya segunda edición necesitaba más tiempo de cocción, tener claro qué se quería contar, cuáles iban a ser sus concursantes y cómo serían las pruebas, si habría eliminatorias o acumulación de puntos para erigir a un ganador en una gala final.
Dado que, entre los participantes, estaban ya perfiles de Mediaset como Lydia Lozano o Ana María Aldón, junto con otros rostros más transversales, como Carolina Ferre o Jaime Nava. La presencia de Raquel Bollo, Rocío Carrasco o Makoke hubieran funcionado mejor como apariciones estelares, a modo de invitación para posibles concursantes para otra edición. Esto, claro, hubiera podido pensarse de haber dejado más tiempo a que la segunda edición tomase forma.
Y es ahí donde está el otro error de Telecinco del que debería tomar nota. Un formato que combine profesionales de su propia cadena junto con otros no relacionados con Mediaset está bien, es lo que hace Antena 3 con Tu cara me suena. Ahora bien, estas ideas deben planificarse con tiempo y la cadena debe cuidarlas más. Y eso es aplicable a sus realities, como el caso de La isla de las tentaciones, que ha llegado a tener dos ediciones por año o la sobreexplotación que vivió la última edición de Supervivientes, que llegó a tener su gala principal partida en dos días y vio cómo cubría el prime time de casi todos los días de la semana.
Desafortunadamente, esto no servirá para salvar a Mediafest Night Fever, pues, dados los datos de audiencia, es más que dudoso que Telecinco vaya a darle otra oportunidad. Un formato que, sin duda, hubiera funcionado mucho mejor con más tiempo de planificación.