Hay una regla no escrita en el universo de RuPaul’s Drag Race, según la cual la segunda temporada de cada versión reality será la que brille y funcione, la que marque un canon en el concurso. Sucedió en la versión matriz, cuya primera temporada estaba marcada por un bajo coste y un filtro espantoso. Pasó con RuPaul’s Drag Race All Stars, que tras una primera edición demasiado naïf y por parejas brilló en su segundo año y reinventó las normas. Y ahora acaba de suceder lo mismo con RuPaul’s Secret Celebrity Drag Race, que hace una semana estrenaba su segunda etapa en Estados Unidos (y que en España se puede ver a través de la plataforma WoW Present Plus).
RuPaul’s Secret Celebrity Drag Race (en España titulado como RuPaul, Reinas del Drag, Especial Famoseo en el catálogo de Netflix) arrancó sus emisiones el pasado 2021, y en cada capítulo tres famosos vivirían una transformación drag, y tendrían que enfrentarse a alguna de las conocidas pruebas del formato: el juego de las imitaciones, el rusical… Y el mejor de ellos ganaría 20.000 dólares para donar a la organización benéfica que elijan, y los restantes, 10.000. Por allí pasaron Vanessa Williams, Nico Tortorella o Dustin Milligan.
Sin embargo, desde los primeros minutos de cada uno de los cuatro capítulos que duró, conocíamos la identidad del famoso de turno, y los acompañábamos en su transformación. Vaya, que eso de ‘secreto’ del título del programa brillaba por su ausencia. Parecía un programa en pruebas, que se desarrollaba en el mismo escenario y taller que las ediciones corrientes de Drag Race.
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Para la segunda temporada, el programa ha sabido reinventarse, y ha llevado el concepto de secreto un paso más allá. Y es que han cogido a nueve famosos se someten a una transformación de pies a cabeza para participar en una batalla de lipsync. En todo momento desconocemos de quién se trata, y dan pistas muy breves sobre su vida (“fui una estrella infantil”, “soy heterosexual”, “tengo una hijastra...”) para intuir quién está detrás de esos pelucones y maquillajes excesivos y teatrales.
Los dos concursantes peor valorados del episodio se enfrentan en un nuevo playback final, y quien resulte eliminada tendrá que revelar sus verdadera identidad, al más puro estilo de Mask Singer. Eso sí, para marcar diferencias, los famosos hablan con su propia voz, sin distorsionar, e incluso vemos su silueta o un algún plano desde su hombro, con su cabeza. Del mismo modo, apreciamos tatuajes y otras señas que podrán servir a algunos para adivinar de quién se trata.
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Con esta nueva edición, RuPaul’s Secret Celebrity Drag Race se ha desligado más del programa matriz al no estar ambientado en el mismo taller, y sus episodios se desarrollan en un gran escenario con público en directo. Además, se ve que hay una buena partida económica para maquillajes y vestuario, pues todas las participantes lucen de manera espectacular. No hay reina que no haya dejado a todos con la boca abierta al pisar el escenario, aunque cada cual tuvo el desempeño que pudo. Para los bailes, el programa ha contado con el coreógrafo Jamall Sims, habitual de la franquicia, quien ha montado propuestas de lo más elaborada. Hay mucho gusto por el drag, el cabaret, el burlesque y las grandes divas del pop.
Cada reina, que elige su propio nombre, tiene una mentora, un hadrag madrina que supervisa su trabajo. Así, Brooke Lynn Hytes, finalista de la temporada 11, está a cargo de Chakra 7, Chic-Li-Fay yElectra Owl; la emblemática Jujubee, de la temporada 2, All Stars 1 y 7 y UK vs the World asesora a Jackie Would, Poppy Love y Fabulosity, y la ganadora de All Stars 4 y finalista de All Stars: All Winners Monét X Change hace lo propio con Donna Bellissima , Milli von Sunshine y Thirsty von Trap. De momento, ya conocemos la identidad de dos de esas celebridades, y mientras, las redes siguen haciendo apuestas sobre quiénes estarán detrás de las siete reinas que permanecen en la competición.