Como cada noche de martes, Carlos Sobera era el encargado de presentar la gala Supervivientes: Tierra de Nadie, donde se decide cuál de los nominados (Ignacio de Borbón, Kiko Matamoros, Mariana y Nacho Palau) ha sido salvado por la audiencia y quiénes se enfrentarán al juicio de los televidentes el próximo jueves.
Pero en esta primera gala de la semana, también se realiza una de las pruebas de recompensa, un juego muy famoso en el reality de Mediaset y uno de los favoritos de los concursantes. La prueba de esta noche consistía en llenar dos bañeras de agua mediante cubos, en las que se encontraban Yulen e Ignacio de Borbón, ya que el objetivo era conseguir que la pequeña piscina del superviviente del equipo contrario se llenara antes.
La prueba ha discurrido con total normalidad, pero el equipo de Ignacio ha conseguido llenar de agua antes la piscina de Yulen, por lo que el esgrimista ha tenido que empezar a realizar una improvisada apnea antes que su contrincante. Esto provocaba que Borbón estuviera más tiempo respirando con normalidad, algo que le ha dado la ventaja necesaria para ganar el juego. "¡Dios mío! Está siendo impresionante", comentaba Lara Álvarez desde la playa de Honduras mientras afirmaba que han estado más de tres minutos sumergidos.
Pero desde el plató de Mediaset, todos los asistentes han querido transmitir la fuerza necesaria a los supervivientes y no han dudado en ovacionar la demostración de fuerza que acababan de hacer. Era el propio presentador el que les transmitía esta enhorabuena: "¡Bravo a los dos! ¡Qué barbaridad! Aplausos para los dos desde Madrid, arriba por vuestro coraje y vuestro valor".
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Finalmente, eran los compañeros de Ignacio de Borbón, entre los que se encontraban Kiko Matamoros o Ana Luque, los que ganaban esa recompensa. Pero la organización ha querido premiar el gran esfuerzo de Yulen, por ello, le ha permitido disfrutar de la suculenta comida que la producción les había preparado; un gran trozo de pollo asado. Aunque desde el primer momento, Lara Álvarez les comunicaba las normas, sin manos y en dos minutos. Finalmente, la organización les permitía llevarse la comida a la playa, pero para la desgracia del deportista de élite, él no iba a poder disfrutar de más recompensa.