¿Es esta la edición con más platos fallidos de toda la historia de ‘Masterchef’?
La décima temporada del programa está dejando algunas pruebas iniciales especialmente malas, como la de las tartas de la pasada semana.
20 junio, 2022 01:01En Netflix hay un programa llamado Niquelao!, que en España presenta la Terremoto de Alcorcón. En él, tres concursantes tienen que replicar complicados dulces, con pocos conocimientos y menos tiempo aún para llevarlo a cabo. Al final, entregan auténticos estropicios que provocan la risa de todos, y que son comparados como los clásicos memes de “lo que compras por Internet y lo que te llega”.
Algo así tuve la sensación de estar viendo el lunes de la pasada semana cuando vi MasterChef. En la primera prueba, varias parejas que van a contraer matrimonio querían probar la tarta con la que sueñan para su convite nupcial, cada una con una característica concreta: una temática de superhéroes, que no lleve azúcar, que sea vegana. La tarta, de hecho, ya estaba en el plató, y los concursantes lo que debían hacer era una réplica, como se ha hecho en tantas otras pruebas, con platos de chefs de prestigio.
Lo que entregaron los aspirantes de esta décima edición fue un despropósito. Bizcochos crudos, decorados horribles, tartas que se desmontaban con tan solo mirarlas. Luismi y Jokin son los únicos que lograron un pastel apetecible, y eso que no consiguieron replicar con exactitud lo que le pedían, pero al menos, no daba risa ni pena.
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Para sorpresa de todos, el buen humor reinó entre los jueces, que se reían del despropósito. Qué gracioso, la tarta de Yannick tiene un papel de hornear en el centro para qué no se desmonte, jaja. Lo que en otra ocasión habría supuesto un reparto a troche y moche de delantales negros aquí se vio como un simple chiste.
Lo peor de todo es que no es la primera vez que el capítulo empieza con los aspirantes metiendo la pata hasta el fondo. El programa número 6 de este año arrancó con los concursantes divididos en equipos, en una especie de carrera de relevos en la que cada uno tenía que hacer una elaboración. Cuando terminaba, el siguiente podía empezar. Y fue ahí donde comprobamos que se les resistía hacer cosas tan básicas como unos huevos benedictinos o un flan. Los propios concursantes lamentaban estar más al tanto de técnicas de vanguardia que en la cocina tradicional. Los jueces tuvieron que parar la prueba, hartos de esperar, entendiendo que aquello no iba a ninguna parte.
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Se había anunciado con mucho bombo y platillo que MasterChef cumplía 10 años esta temporada, y por eso mismo, resulta más chocante que más de una entrega haya arrancado con los aspirantes tropezando de bruces contra los fogones. O que haya habido entregas en las que se haya tenido que echar a dos, en vez de a uno, porque los platos de la prueba final eran terriblemente fallidos.
En esta temporada hay un nivel bueno. Tenemos a fieras de la gastronomía, como María Lo, y otros que evolucionan de maravilla, como David. Por el camino se han quedado grandes promesas, como Teresa, a la que personalmente veía como una potencial finalista o incluso ganadora. Pero hay algo que falla, que impide que los concursantes brillen, y no me refiero al asunto de que a veces se potencie más el rollo reality que el talent culinario.
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Por momentos, da la sensación de ver Maestros de la costura, el talent show donde más fallan los aprendices al entregar sus trabajos por cuestiones elementales como coger los centros o casar las telas. Ya sabemos que en MasterChef todo puede suceder, y todavía nos sorprendemos con algún aspirante que se cuela por los pelos en la final cuando nadie daba un duro por él, o cae en una eliminación un gran favorito, con excusas como que no ha evolucionado igual que sus compañeros.
Todavía quedan por delante 5 galas, y esperemos que los futuros chefs que quedan se lo curren más y aterricen en sus elaboraciones. Sobre todo, si el programa quiere que llamemos al delivery oficial para encargar algún plato de los que están cocinando los concursantes. Porque, por ejemplo, el lunes pasado, dejó de apetecerme postre al ver lo que se estaba haciendo allí con aquellas tartas.