Las audiencias hablan por sí solas: las series turcas llegaron para quedarse. Y es que no hay duda alguna del éxito de estas producciones otomanas ya no solo en nuestro país, también son una garantía de éxito en numerosos países de Latinoamérica y Europa. Además, dada la gran duración de la mayoría de sus episodios, si una serie turca triunfa, la cadena en cuestión puede tener salvada una franja horaria en su programación durante mucho tiempo.
De hecho, la prueba la tenemos en el enorme rédito que le están sacando Atresmedia y Mediaset. Estas ficciones son ya la piedra angular de la programación de Nova; gracias a Tierra Amarga ha recuperado al liderazgo de las tardes para Antena 3; y en esta misma cadena, Infiel e Inocentes ocupan hasta tres prime times. Sin embargo, Divinity tampoco se ha quedado atrás y buena parte de su programación está repleta de estas ficciones.
Gracias a series como Mujer, Kara Sevda, Love is in the air, Mi hija y muchas otras, también hemos descubierto las bellísimas localizaciones que tiene Turquía. Ciudades, parajes y entornos de gran belleza que bien merecen una escapada, además de otras costumbres sociales y culturales que, seguro, desconocíamos en nuestro país. Sin embargo, no es todo positivo lo que trasladan estas series. Prácticamente en todas, se lanzan mensajes peligrosos a una audiencia multimillonaria y que nos hacen retroceder años luz de los valores, las tramas y los personajes de los que estamos acostumbrados a ver en las producciones occidentales.
Una buena carga de machismo
“Tenemos que hacer felices a nuestros maridos”, le dice apurada Gulben a su hermana Safiye. No es una expresión casual, es una frase recurrente en muchos de sus capítulos. Pero Inocentes es solo la punta del iceberg del machismo imperante en la inmensa mayoría de series turcas dónde se dibuja una mujer que debe ser sumisa a los valores tradicionales y éstos pasan por ser servil a su marido. Catar y satisfacer lo que éste dice. Personajes como el de la independiente doctora Asya de Infiel, son solo la excepción que confirma la regla.
No hay homosexuales en Turquía
Al menos, así se da a entender en las producciones otomanas. Los personajes homosexuales, lésbicos y bisexuales reinan por su ausencia. Y mucho menos, transexuales o personas de género no-binario. Pero ojo, este colectivo no es el único que no existe en las series turcas. Difícilmente podemos encontrar un personaje de color o asiático, por ejemplo. La raza patria es la predominante. No hay más. De hecho, en 2021, Netflix tuvo que cancelar la serie If Only debido a que el gobierno de Erdogan le exigió eliminar a uno de los personajes por ser homosexual aunque, afortunadamente, luego terminó recuperándola para el resto de territorios.
Celos hasta el extremo
Está claro que la mayoría de estas producciones están catalogadas dentro del género de la telenovela y en este, los celos y los amores robados e imposibles forman parte indispensable del guión. Pero incluso, en las series con aires menos culebronescos, los celos y la posesión llevados hasta el extremo forman parte de las tramas. Sentimientos que pueden llevar incluso hasta la muerte, algo de lo que son especialistas los guionistas turcos.
Personajes estereotipados
Echamos la vista atrás y veíamos como en las series de los 90 y principios de los 2000, las series españolas estaban llenas de estereotipos. Algunos de los casos más famosos fueron la chacha andaluza Juani de Médico de familia o la modelo sin escrúpulos Alicia de Aquí no hay quien viva. Nuestra ficción ha cambiado mucho pero no así la turca. La sexualización de los personajes femeninos, siempre divinamente maquilladas y vestidas, es indispensable. No hay espacio para la imperfección. O la bondad y los buenos valores que representan los personajes humildes frente al egocentrismo de los poderosos. En las series turcas, el físico cuenta y mucho para marcar la trama de un personaje.
Besos sí, pero en la frente
Está claro que la televisión turca se expone a cierta censura y multas si se sobrepasan ciertos límites y eso lo tienen claros los guionistas que intentan contener la efusividad afectiva de sus protagonistas. Para el drama parece haber barra libre, pero para los besos no. De un capítulo a otro, podemos encontrarnos con personajes prometidos e incluso casados y no hemos visto ni un pequeño beso en pantalla. En Inocentes, Han le espetó un beso en la frente a su mujer Ingy en el momento del sí quiero…
Clasismo a raudales
Aunque depende de que serie veamos lo cierto es que en las series turcas dejan muy claro las desigualdades sociales en la mayoría de las producciones. Podemos imaginar incluso dos Turquías: la rica, donde sus personajes viven en grandes casas, tienen chóferes privados y personal de servicio, y la pobre que incluso llegan a pasarlo mal para llegar a fin de mes. Una diferencia social pasada de moda en otro tipo de series pero que desde Turquía alimentan sin escrúpulos. Además, en la mayoría de series, las familias ricas siempre están inmersas en líos, chantajes e incluso en casos de corrupción.
El concepto antiguo de familia
Turquía traslada desde sus series el concepto de familia tradicional turca. La unidad, el respeto por los mayores, las tradiciones, la lealtad… a veces son incluso personajes secundarios que pueden llegar a marcar las tramas. Para estas series parece que no existen otras formas de familia más propias de una sociedad cambiante como la actual y se ciñen en la descripción más tradicional y arcaico del concepto familia.
De maltratadores a héroes
Si hay una cosa que explica el gran éxito de las ficciones otomanas son sus sorprendentes cambios de guión… para bien y para mal. No se despeinan tampoco en acometer giros que en España serían cuando menos polémicos. Un caso lo tenemos en el personaje de Selçuk en Infiel. De empezar como maltratador de su novia Nil a ser uno de los más cándidos y queridos de la serie con un lavado de cara que avergüenza. Pero no es el único caso, en Inocentes Han rapta en condiciones infrahumanas a Naci para luego terminar siendo cuñados como si nada. O Anil, un personaje con trastorno de personalidad, que acosa a una de las protagonistas y luego termina siendo invitado como amigo de la familia a su boda.
Situaciones inverosímiles que difícilmente podríamos ver en España. Y mensajes, algunos, algo peligrosos para una audiencia que se cuenta por millones y millones alrededor de todo el mundo.
[Más información: Las series que triunfan ahora en Turquía que no deberían dejar escapar Atresmedia y Mediaset]