Pasión de Gavilanes aterrizaba el pasado 16 de febrero en Telecinco con una segunda temporada en la que Mediaset España había puesto una gran confianza para reflotar sus audiencias. Apenas dos días después de su estreno en Telemundo, la serie llegaba a España con una doble entrega anunciada a bombo y platillo en la cadena de Vasile; sin embargo, las cifras de esa noche estuvieron lejos de reflejar el arrollador éxito que se esperaba.
Según datos de Kantar publicados por las consultoras de audiencias GECA, Barlovento Comunicación y Dos30', el primer episodio de la serie atrajo a 2.293.000 espectadores y a un 16% de la cuota, mientras que el segundo bajó hasta los 1.871.000 espectadores, firmando un 18,7%.
Ninguno de los intentos de Telecinco por revivir la serie ha surtido efecto, por lo que la incertidumbre se ha cernido sobre el futuro de esta ficción en la cadena. Pese a que los factores que influyen en el éxito o fracaso de un producto son múltiples y pueden estar interrelacionados, lo cierto es que una de las causas principales del desinterés de la audiencia en el regreso Pasión de Gavilanes podría ser la incapacidad que la telenovela ha tenido para evolucionar y adaptar sus tramas al momento actual.
En un contexto en el que las telenovelas latinas parecen estar viviendo una segunda edad dorada gracias a las plataformas -sirva como ejemplo el éxito en Netflix de La reina del Flow o Café con aroma de mujer-, las series turcas acaparan cada vez más protagonismo en el abanico de apuestas por la ficción extranjera en abierto. En ese sentido, el gran reto de Pasión de Gavilanes era reinventarse para mantener la atención de la audiencia que la convirtió hace dos décadas en una de las telenovelas más exitosas del mundo.
En vista de los datos que esta ficción está cosechando tanto en Telemundo como en Telecinco, parece evidente que ese objetivo no se ha cumplido. Y es que reabrir una historia que se cerró con un final feliz, creando nuevas tramas que traigan el relato hasta la actualidad, no es tarea sencilla.
Para empezar, el espectador actual busca historias más humanas y protagonistas con los que cualquiera pueda sentirse identificado, aspecto que es precisamente uno de los secretos del éxito de las turcas. Sin embargo, la historia de los Reyes-Elizondo sigue estando plagada de los personajes estereotipados y de las tramas maniqueas que caracterizaban a la telenovela latina clásica, convertidas ahora en escenas más propias del thriller que de un drama romántico.
Por otra parte, mientras muchas de las telenovelas latinas actuales se han abierto a incorporar personajes LGTBI o mujeres empoderadas, en Pasión de Gavilanes seguimos viendo a protagonistas femeninas sometidas a los masculinos, escenas machistas y violentas, así como conflictos desfasados de la tendencia audiovisual y de la realidad social actual.
Además de este problema, la evolución de los personajes originales de la serie tampoco ha cuajado entre los fans del fenómeno Gavilanes. Es el caso de Rosario Montes, quien en esta segunda temporada se erige como la gran antagonista pese a que en el final de la historia original se redimió de sus errores y pidió perdón tras estar a punto de morir por salvar la vida de Franco Reyes.
Para tratar de generar nuevas tramas en este regreso la serie ha introducido una nueva generación de 'gavilanes', los hijos de los Reyes-Elizondo. No obstante, sus edades no concuerdan con la línea temporal de la historia y sus conflictos no tienen el suficiente peso para sostener esta historia.
En definitiva, Pasión de Gavilanes no ha sabido entender la evolución natural que han experimentado las telenovelas latinas en los últimos años, un error de cálculo que sumado a la errática estrategia de programación de Mediaset parece haber sentenciado definitivamente a una serie cuyos fans llevaban dos décadas esperando.
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