El Festival de Eurovisión siempre se ha intentando desligar de la política. Sin embargo, año tras año, le ha sido imposible mantenerse al margen de los conflictos políticos, como así pasó hace tres años cuando el certamen se celebró en Tel Aviv (Israel) y, tanto Madonna como el grupo islandés Hatari, mostraron banderas de Palestina a modo de protesta.
Tampoco podrá ser ajeno en esta edición al actual conflicto que mantienen Ucrania y Rusia. De hecho, ya la elección este pasado fin de semana de la representante ucraniana, la cantante Alina Pash con la canción Tini zabutykh predkiv (Sombras de los ancestros olvidados), se ha tomado como un mensaje de reivindicación identitaria de Ucrania a Rusia.
"Los trembitas (instrumento de viento) se lamentan por la libertad de mi pueblo, el cual vive entre las tormentas desde hace siglos (...) Mi patria, como una niña pequeña, brotará como el trigo dorado", canta Pash, que termina su actuación proyectando sobre sí misma un mapa de Ucrania en el que se incluye Crimea, la región que es motivo de disputa entre ambos países.
Pero la polémica no se ha quedado ahí. A las puertas de la televisión pública ucraniana aparecieron este sábado manifestantes protestando contra la cantante por haber llevado en el pasado una chaqueta con los colores de Rusia. También le habían acusado de no ser leal por ir a una boda a Crimea.
También se le acusó de no ser leal a Ucrania a la cantante Maruv, seleccionada en 2019 con la canción Siren Song, por haber dado conciertos en Rusia. De hecho, en el imaginario eurofán se recuerda habitualmente en redes sociales cómo la cantante Jamala, ganadora de Eurovisión en 2016 y miembro del jurado de la preselección de ese año, le preguntó a Maruv que diría si le hiciera una pregunta incómoda: "¿Crimea es Ucrania?". "Ucrania, por supuesto", dijo la intérprete no sin cierto temor en su rostro.
Finalmente, después de las abusivas condiciones que le imponía la televisión ucraniana, Maruv decidió no participar en el certamen. "Soy una ciudadana de Ucrania, pago impuestos y amo sinceramente a Ucrania. Pero no estoy lista para hablar con consignas, convirtiendo mi estancia en un festival en promociones de nuestros políticos. Soy músico, no un murciélago en la arena política", explicó.
La NTU ofreció entonces al segundo y tercer clasificado de su preselección, la banda Freedom Jazz y la cantante Kazka, acudir a Tel Aviv. Sin embargo, ninguno de los dos aceptó la propuesta y Ucrania tuvo que retirarse del certamen.
Dos años antes, en 2017, el eco del conflicto entre Ucrania y Rusia se vio más reflejado que nunca en Eurovisión después que el Servicio de Seguridad de Ucrania, organizador del certamen, decidiera prohibir la entrada en el país a la cantante Yulia Samoylova, la representante de Rusia.
Por decreto, todo ruso que haya visitado Crimea después de que su país se anexara dicha península, tiene prohibido su ingreso en Ucrania durante tres años. En el caso de Yulia, la joven había visitado territorio crimeano como parte de una gira de conciertos, lo que suponía un impedimento para la cantante pudiese actuar en Kiev.
A pesar de los esfuerzos de la UER para que la cantante rusa participara en aquella edición, Ucrania se negó a que Yulia pisara suelo ucraniano. Un año después, como compensación, Rusia ofreció a la joven regresar al certamen. Finalmente, el país quedaría fuera de la final en esa edición por primera vez en su historia.
Debido a este conflicto, la UER impuso una ridícula multa de 200.000 euros a la televisión ucraniana, mientras que amonestó a la rusa por no asistir a las reuniones de la organización en Suiza y no retransmitir la cita musical de ese año.
1944
En 2016, Ucrania celebró prácticamente como una victoria militar el triunfo de su cantante Jamala sobre el representante ruso y gran favorito, Sergey Lazarov, que quedó finalmente tercero. "¡Bien! ¡Una presentación increíble y victoria! ¡Toda Ucrania te lo agradece de corazón, Jamala!", escribió en Twitter el presidente ucraniano, Petro Poroshenko.
El tema interpretado por la cantante, la balada étnica 1944, hablaba precisamente de la deportación de los tártaros de Crimea ordenada por el dictador soviético Iosif Stalin durante la Segunda Guerra Mundial. "No pude pasar mi juventud allí porque me arrebatásteis mi paz", cantaba en crimeo en el estribillo.
Esta victoria también se tomó como una especie de venganza ya que un año antes, en 2015, Ucrania decidió retirarse de Eurovisión debido a la ocupación rusa de Crimea unos meses antes, aunque lo justificó por motivos financieros.
Justo en aquellas fechas, después de que Rusia se anexionara Crimea, la representante de dicho país en 2009, Anastasia Prikhodko, confesó sentirse arrepentida de haberles representado. Nacida en Kiev, la cantante anunció que no volvería a cantar en Rusia y dijo que los rusos eran "estrechos de mente". Lo más llamativo es que el tema con el que se había presentado, Mamo, contenía partes en ucraniano y, a pesar de que hubo protestas en Rusia, la televisión pública no le exigió cambios en la letra.
Más alejado en el tiempo, en 2007, Ucrania tiró de humor para atacar a sus vecinos. Entonces, la drag queen Verka Serduchka jugaba con la pronunciación de su tema Lasha Tumbai ya que se parecía decir Russia goodbye (adiós, Rusia). Verka insistió en que no existía esa frase, pero si se atiende a los coros es fácil entender 'I want to sing Russia goodbye'. Quedaría segunda con 235 puntos, 10 de los cuales llegaron de Rusia. Las rusas Serebro serían terceras con 207 puntos, 8 de ellos procedentes de Ucrania.