Qué mal ratico más bueno se pasa viendo el documental de Netflix El timador de Tinder. La historia se resume en que un caradura con mucho encanto se dedica a enamorar a incautas enamoradas del amor, deslumbrarlas con el lujo y desplumarlas, a traves de una aplicación de citas. Pero lo fascinante es cómo consigue ir enlazando estafa tras estafa, mostrando un nivel de vida a todo trapo, financiada por un engaño, que será lo que facilite el siguiente. Hay que tener talento, no se puede negar, para no hacerse un lío.
Por supuesto, desde el principio nos ponemos de parte de ellas, la empatía es lo que tiene. La primera de las engañadas es una rubia adicta a las citas a la que, de no haber sido estafada por el sinvergüenza, es muy posible que nos diesen unas irremediables ganas de zarandear para que deje de buscar a un improbable príncipe azul que le haga perder el conocimiento cuando la besa. Demasiada comedia romántica hollywoodiense veo yo ahí. La pobre cayó en sus redes después de que la invitara a un café en el Four Season de Londres en su primer encuentro y, tras un “quiero conocerte mejor”, la mandase a casa en Rolls-Royce a recoger la maleta y viajar con él a Bulgaria en jet privado. Lo típico de una primera cita a ciegas.
Multimillonario y amenazado
Haciéndose pasar por el hijo de un multimillonario magnate de los diamantes, encandila a la rubia romántica con mensajes, regalos y viajes. “Era el tipo de persona a la que deseas salvar”, dice la muchacha en un momento del documental mientras solloza. Le contó un historión de traiciones, amenazas y peligros de muerte y la fue liando hasta que la convenció de ser la mujer de su vida, irse a vivir juntos y ser felices para siempre. Mientras ella busca piso en Londres (uno de 15.000 dólares al mes, ni más ni menos) le pide dinero por un problemilla de seguridad y, claro, ella le facilita una copia de su American Express.
A partir de ahí, y poco a poco, ya es un no parar de préstamos y créditos, hasta los 250.000 euros, que la joya del novio se estaba puliendo con otra novia a la que estaba convenciendo de que era millonario y, luego, de que estaba en peligro para, después, pedirle la pasta que le permitiría pasar a la siguiente novia. Y así todo el rato. A mí me parece agotador y solo de contarlo me ha dado ya fatiguilla.
La venganza
El gran acierto del documental es darnos la venganza final que necesitamos para irnos a dormir tranquilos, aunque sea una muy tontorrona e infantil: la última novia, que se enteró de que era un estafador al leer un artículo contando su historia y ver su foto en él, vende toda su ropa de marcas carísimas y se queda con el dinero. Con un par, estafa al estafador. Gracias a ella, además, le detienen y ahí le tenemos esposado. Aunque ahora mismo ya está en libertad y vuelve a tener cuenta en Tinder. Y ellas también.