Ya desde el arranque con un lipdub que recordaba al que inauguró la decimoquinta de edición de Gran Hermano en septiembre de 2014, uno de los mejores inicios que se recuerdan de la historia del reality, los espectadores intuían que la nueva edición de Secret Story podía ser esa vuelta a los orígenes que tanto reclamaban.
Y así fue. Poco a poco el programa fue metiéndose al público en el bolsillo devolviéndoles eso que tanto ansiaban: concursantes anónimos con nuevas historias a las que engancharse y que reflejasen la realidad de la sociedad. No famosillos de cuarta con unas excesivas ganas de fama.
No mintieron los responsables del reality de Zeppelin TV cuando prometieron un casting diverso e inclusivo de personas auténticas y desconocidas que tenían mucho que contar. Desde una persona no binaria a una joven de la España vaciada, pasando por un votante de VOX o personas racializadas, el nuevo elenco representa a los distintos perfiles de nuestra sociedad.
La entrada más celebrada por la audiencia fue, sin ninguna, la de Carlos Peña, ya que se le dará voz en prime time a una minoría, la de las personas no binarias, lo que servirá para su normalización y hacer divulgación sobre su realidad y la del lenguaje inclusivo. Sólo hay que echar la vista atrás para recordar lo que supuso la entrada de Amor Romeira en Gran Hermano para normalizar a las personas transexuales.
"Lo primero de todo, quiero saber cómo quieres que me dirija a ti", le preguntó Carlos Sobera en su primera conexión. "Cuando una persona me pregunta es porque me quiere tratar con respeto. Sé que a veces te sale en masculino, femenino o neutro. Mientras sé que la persona me habla con respeto, no me importa. Sí que a veces yo hablo en femenino porque me siento más cómode", le explicó.
También ha sido todo un acierto apostar por nuevas caras en plató, evidentemente, con los familiares de los concursantes, así como con nombres de colaboradores famosos que a priori no encajarían en este tipo de formato como Xuso Jones, pero que traen savia nueva y con los que el público puede sentirse más representado.
Mención aparte merece Carlos Sobera, que con su faceta más juguetona y teatral, demostró ser el complemento perfecto para un reality de anónimos e hizo olvidar a un Jorge Javier Vázquez que sólo sabe sentirse cómodo en programas con famosos o famosillos.
A todo ello se le sumó una escaleta muy bien construida para dar agilidad y ritmo a la gala, aprovechando el misterio por conocer los rostros de los nuevos concursantes y haciéndoles jugar a pruebas para que el espectador se llevase una primera impresión de los mismos. Y es que no hay nada más celebrado por el fan del reality que decidan convertirles en un participante más, como ya sucedió en GH 16, aquella edición de secretos.
Asimismo también ha sido muy acertado que la dirección de Secret Story haya buscado la complicidad de la audiencia haciendo que las votaciones sean gratis, escuchando así las críticas que recibió la anterior edición con famosos, ya que muchos entendieron que Cristina Porta y Luca Onestini alcanzaron la final gracias a los votos de pago.
El problema del nuevo reality será la propia Telecinco. Y es que, en los últimos años ha corrompido de tal forma el formato haciéndole perder toda su esencia y atracción, lo que ha terminado por expulsar a gran parte de la audiencia, que ahora será difícil recuperarles o atrapar a nuevos públicos.
De momento anoche su estreno tuvo un dato muy discreto, un 14,5% de cuota de pantalla y 1.541.000 espectadores, lo que le llevó a ser segundo de su franja por detrás del estreno de la película La Tribu, en Antena 3, que promedió un 15,6% y 1.703.000 espectadores.
Habrá que estar atentos ahora a cómo evolucionan las tramas para ver si se suman nuevos espectadores al reality o, si por el contrario, la cadena se pone nerviosa y decide apostar por las caras de siempre en plató para generar conflicto.
El hecho, además, de que vuelva a haber tres noches a la semana del reality, también pueda saturar a un espectador que en los últimos tiempos se ha enganchado a realities de plataformas con capítulos de apenas 50 minutos.