Paz Padilla ha desatado una oleada de críticas tras afirmar que "las vacunas no sirven para nada". El discurso de la presentadora, plagado de errores y datos inexactos, parece haber sido la gota que ha colmado un vaso que llevaba tiempo llenándose, y hasta compañeros de la gaditana como Belén Esteban se han pronunciado públicamente en su contra.
Lo cierto es que la humorista lleva meses encadenando polémicas por los mensajes que vierte en sus intervenciones televisivas y en redes sociales. En todas ellas, sus compañeros de Mediaset se han mantenido al margen de los linchamientos públicos, hasta ahora.
El último disparate de Paz parece haber abierto definitivamente la veda para atacar a la presentadora desde su propia cadena. Sin embargo, por mucha razón que tengan los argumentos contra la cómica, las formas utilizadas evidencian que algunos rostros de Telecinco han vuelto a olvidarse de la salud mental, ese asunto que estuvo sobre la mesa durante unos días tras el suicidio de Verónica Forqué.
Una de las críticas más rotundas hacia Paz ha sido la del estilista Manuel Zamorano, que publicaba en sus stories de Instagram una fotografía de la presentadora durante las Campanadas y escribía lo siguiente: "Omitron ha mutado. Entraste por una puerta y saliste por una ventana y no me extraña, te superas cada año". Este texto ha disparado los rumores sobre el posible despido de la presentadora en la productora de Sálvame, aunque cabe recordar que acaba de renovar su contrato de larga duración con Mediaset.
Además de la de Zamorano, ha habido oras muchas pullas y bromas hacia Paz en la cadena de Vasile. "Pero tú, por ejemplo, no tienes ganas de morirte, ¿no?", le decía Jorge Javier a Belén Esteban al hablar sobre Paz Padilla en el Deluxe, programa en el que, por cierto, la ha imitado Josep Ferré este fin de semana. Las casualidades en televisión no existen.
Hace unos días era Kiko Matamoros quien lanzaba un dardo a la presentadora desde Sálvame. El colaborador evitaba pronunciarse sobre Rocío Carrasco con esta frase: "Yo voy con Oritrón. Yo me voy a Luján, dejadme en paz". La referencia sarcástica a los errores de Paz desataron la risa burlona de Kiko Hernández, mientras que Carlota Corredera trataba de mantenerse al margen y continuar con el transcurso del programa.
Es sabido que en los pasillos de la cadena de Fuencarral nadie se libra de ser objeto de críticas por parte de sus propios compañeros. No obstante, no deja de resultar llamativo que ninguno de esos que ahora se suman a la lapidación haga un llamamiento a la compasión. Las actuaciones de Paz Padilla en los últimos meses son totalmente injustificables e indefendibles, pero aprovechar su mala imagen pública para participar de un auténtico linchamiento mediático, omitiendo su delicada situación personal, no parece la postura más comprometida con la salud mental.
No se trata de callar ante las manipulaciones, los bulos y los peligrosos discursos de los que la gaditana se está haciendo eco, sino de discernir entre la crítica y el ataque personal. Por supuesto, los baches emocionales de una persona no justifican sus acciones reprochables, pero poner a Paz Padilla en la picota tampoco es la solución. De nada sirven los mensajes vacíos sobre salud mental si, cuando llega la hora de demostrar un compromiso real con la misma, se la silencia para no estropear el relato.
Sin duda, en esta historia todas las partes debemos hacer una profunda reflexión. Quizás Paz necesite una retirada temporal para poner en orden sus ideas y encontrar un camino que parece haber perdido, pero el resto tenemos que preguntarnos si en este tiempo no hemos contribuido a alimentar esos monstruos que hoy la atormentan.