Máximo Huerta es periodista, presentador de televisión y escritor. Muchos también lo conocen por ser el ministro más breve de la democracia española. Apenas siete días al frente del Ministerio de Cultura y Deporte le valieron para 'ganarse' esa etiqueta que a veces puede pesar demasiado.
A él, a sus 50 primaveras, no le importa que se le siga recordando esa fugaz experiencia en política, sobre todo porque nunca se consideró un político, tal y como él mismo ha narrado en conversación con BLUPER.
El autor de Con el amor bastaba supo reponerse del varapalo y volver a lo que mejor sabía hacer: comunicar. Tras ocho meses al frente de un formato matinal en TVE, la pandemia arrasó con el programa y la vida le llevó hasta Valencia, su tierra natal, para volver a la televisión donde dio sus primeros pasos profesionales.
La extinta Canal 9, rebautizada como À Punt, ha resurgido igual que lo ha hecho Máximo. El exministro ahora presenta Bona Vesprada, un magacín de cuatro horas en directo, y la próxima Nochevieja conducirá sus primeras Campanadas. Él, igual que la cadena, sigue siendo el mismo, pero con la sabiduría y el sosiego que sólo la experiencia puede darte.
Vas a cumplir un año en À Punt y lo celebras presentando las Campanadas. Se nota que la cadena confía en ti.
La cadena confía en mí y yo en la cadena. Es un canal joven que está recuperando músculo y fuerza después de tantos años apagado. Estoy muy feliz de estar en la televisión valenciana.
¿Has notado muchos cambios con aquel Canal 9 de tus inicios?
La estructura es la misma y el alma sigue siendo la misma. Para mí es como si no hubiera cambiado, pero sí es distinta en el nombre, en la forma de hacer las cosas y de trabajar. Como las personas son casi las mismas, para mí es como llegar a casa otra vez.
Una vez dijiste que te habías sentido un intruso en muchas ocasiones. ¿Tenías miedo de sentirte así en tu vuelta a Valencia?
Tenía miedo de no tener el valenciano fluido, porque hacía mucho tiempo que no lo hablaba. Era mi único miedo, pero lo he recuperado con soltura. Me he leído 200.000 libros de la editorial Drassana. Lo bonito de la Comunidad Valenciana es que cada uno habla un valenciano distinto, a su manera, como la paella.
¿Te imaginaste alguna vez presentando las Campanadas?
No, jamás, porque siempre las hacen los mismos. Nunca me imaginé y menos a los 50, que es cuando me está pasando todo. Es una cosa que ya daba por perdida, aunque cuando estuve trabajando en TVE sí que oía voces de "las vas a presentar con Anne", pero luego el programa se acabó y yo me fui. Ese año que estuve en 'A partir de hoy' fue la única vez que pude tener la sensación de tener cerca la Puerta del Sol.
¿Qué recuerdo guardas del programa?
La productora es maravillosa y el equipo también. El programa se echa en falta en TVE, con colaboradores que pocas veces puedes unir. El nivel era brutal y era una joya de programa. Yo lo echo mucho de menos, lo disfrutaba y era maravilloso, pero la pandemia se lo llevó por delante como tantas otras cosas.
Ahora que estás en una autonómica, ¿te preocupan las audiencias igual que antes?
A todos los que trabajamos en televisión nos gusta que nos vean. Yo no creo en las audiencias porque la muestra es falsa y el margen de error es gigantesco. Es la que hay y tenemos que asumirla los días buenos y los días malos, pero las audiencias son más falsas que los duros de posguerra. No me creo ni las buenas ni las malas y te aseguro que nadie se las cree.
¿Presentar un magacín de cuatro horas ha afectado a tu faceta como escritor?
Afortunadamente no. Yo madrugo y me pongo a escribir. No escribo más de dos horas y media porque la cabeza tiene un tope. La mañana la dedico a escribir, luego me relajo, leo las noticias y teletrabajo mirando la escaleta del programa, los temas, las entrevistas... porque luego no tenemos ni cue ni pinganillo del bueno. Hay muchas carencias y me tengo que preparar todo por la mañana en casa.
¿Ha sido como volver a hacerte un máster en televisión?
Es que es muy fácil trabajar en transatlánticos, pero cuando tienes que ir en velero debes agarrar las cuerdas, desplegar las velas y no hay tanta comida para todos. En las autonómicas se trabaja de otra manera, además están olvidadas, porque si no trabajas en Madrid parece que no existes, pero España va más allá de la M30.
¿Te preocupa que los prejuicios sobre la televisión afecten a tu carrera como escritor?
Antes sí, pero por la mirada que tenían los propios periodistas, porque el público no tiene esa mirada mezquina. Al principio me daba pudor, porque si trabajas en radio o en prensa no pasa nada, pero si trabajas en televisión parece que te han quemado las neuronas, no lo entiendo. Pero ya me he quitado ese pudor, no puedo cargar con tantas mochilas.
¡Y tanto que te lo has quitado! Te vimos cantando disfrazado de Gamba en 'Mask Singer'.
Y lo disfruté mucho. Ese punto Truman Capote me viene bien, la vida no dura tanto.
¿Te has sentido libre para hacer lo que quieres en televisión?
Ha ido por etapas. En la etapa que estaba 'Sé lo que hicisteis' no me sentía nada libre porque laSexta criticaba todo lo que hacíamos. Esa época fue muy dura, pero luego sí me he sentido libre, me he hecho mayor y me doy cuenta de que no puedo gustar a todo el mundo. Hay que ser natural, los presentadores no somos croquetas, no podemos gustarle a todo el mundo.
Sueles decir que no tienes una amistad cercana con Ana Rosa. ¿Has hablado con ella desde que anunció su cáncer?
No tenemos una relación íntima cercana, pero nos mensajeamos. Esta misma mañana estaba hablando con ella. Ana Rosa para mí ha sido una de las escuelas más importantes, me dejaba muchísima libertad para trabajar. Hacer un magacín a la sombra de una estrella te convierte en alguien más fuerte televisivamente: lo mismo te toca hacer una cobertura de un Papa que de una boda, un atentado o unas elecciones. Mi etapa junto a Ana Rosa fue mucho mejor que los cinco años de carrera.
En la promo de 'Bona Vesprada' salías en una moto con una foto de Ana Rosa y tu cartera de ministro. ¿Son los dos grandes aprendizajes de tu vida?
Dicho de esa manera me parece hasta bonito. Para bien y para mal, todas las personas dejan huella, incluso las malas. En la promo había también un montoncito de libros y una guitarra que simbolizaba la gamba de 'Mask Singer'. Es como "esta es mi vida, este es mi currículum y, para bien o para mal, esto es lo que soy".
¿Pero te molesta que se siga recordando tu etapa como ministro, a veces en tono de humor?
No, yo me río con eso. Viva el ingenio español a la hora de bromear.
Ahora que estás en Valencia, ¿te lanzarías a la política local o autonómica?
No lo creo, no está en mis planes y nunca lo estuvo. No soy político, nunca he estado afiliado a ningún partido y he cambiado muchas veces de voto. A mí me llamaron y me parecía que era un lujo como español poder estar al mando de Cultura y Deporte. Decir que sí me parecía una obligación como ciudadano, pero yo no tengo alma de político, como se pudo ver. No tengo la piel dura, no soy cínico ni sé mentir. Creo que hay que tener la piel mucho más dura, me lo dijo un político.
¿Después de tu dimisión?
Sí. Me dijo "es que tienes que tener la piel más dura" y le pregunté "¿qué quieres decir? ¿Un ciudadano normal no puede estar en el cargo? ¿Tenéis que estar los mismos siempre?" y me colgó.
¿Puedes decir de qué partido era?
Del PSOE.
¿Era alguien del Gobierno?
Era del PSOE.
¿Qué tendrían que ofrecerte para volver a trabajar en Madrid?
He tenido ofertas para estar en Madrid, pero el mismo día que me dijeron que me contrataban en À Punt le dijeron a mi madre que tenía un cáncer. La vida a veces se ordena a su manera y estoy en Valencia cuidando de mi madre al mismo tiempo que trabajo. El destino no lo elijo yo y ha querido que sea así. Mi madre me dice que no venda el piso de Madrid por si me toca irme otra vez, pero yo le digo "bueno, tranquila, mientras tanto estamos aquí, mamá".