Sálvame ha vuelto a activar las alarmas por el posible relevo de algunos de sus colaboradores. El programa anunciaba este lunes la incorporación de dos "nuevas caras" que podrían hacer peligrar la estancia del resto de tertulianos del espacio, un recurso que no es la primera vez que se utiliza para generar tensión y conseguir el interés de la audiencia.
El programa de Telecinco celebrará sus 12 años con un importante cambio en su plantel: "Para algunos de vosotros, estas nuevas incorporaciones serán bienvenidos o bienvenidas. Para otros, sin embargo, podría significar su inminente salida del programa", advertía la voz en off al inicio de la emisión de este lunes.
Lo cierto es que Sálvame acostumbra a hacer varios fichajes al año, pero la pandemia parecía haber asentado a sus colaboradores fijos, cuyas últimas incorporaciones fueron las de Miguel Frigenti, Kiko Jiménez y Canales Rivera en 2020. Por ello, el nuevo movimiento del programa parece responder a una necesidad de crear nuevas tramas internas que atraigan a los espectadores, ya que los conflictos entre colaboradores son una de las señas de identidad del formato vespertino.
La propia Gema López ha confesado que ve este anuncio como un golpe para "agitar el avispero" y romper la armonía reinante entre los tertulianos. Una reflexión que no parece alejada de la realidad, pues Sálvame ha recurrido habitualmente a alterar la estabilidad de sus colaboradores para generar contenido.
En el año 2017, el programa se hacía eco de una noticia adelantada en exclusiva por BLUPER que anunciaba que la cúpula se planteaba prescindir de Lydia Lozano y Terelu Campos. La directiva del espacio no negó esta información y no dudó en utilizarla para rellenar su escaleta.
"A mí no se me ha dicho nada, si están descontentos conmigo me lo podían haber dicho", lamentaba Lydia entre lágrimas al enterarse en directo de las dudas de la cúpula sobre su permanencia. "Esto es una vergüenza, no me ha pasado algo así en los 30 años que llevo de carrera", aseveraba. Terelu, por su parte, se negaba a manifestarse. "No voy a hacer nada que no me gustaría que me hicieran a mí", explicaba visiblemente molesta.
En aquel momento, Jorge Javier Vázquez transmitía el enfado de la cúpula por la filtración de una conversación interna: "La cúpula está indignada, se está desatando una auténtica labor de investigación por saber quién ha filtrado la noticia, porque había seis personas en la reunión", afirmaba.
Esto abrió un gran cisma en el programa, que reunió a Lydia y Terelu con la cúpula para afrontar lo sucedido. Durante los días siguientes, ambas colaboradoras expresaron en plató su descontento por haberse enterado en directo de que su silla en Sálvame corría peligro, pero finalmente ninguna de las dos fue despedida.
En abril de 2020, el espacio de Mediaset volvía a poner en la cuerda floja a uno de sus colaboradores. En este caso, la víctima de este juego televisivo fue Rafa Mora, que era informado en directo de que la audiencia decidiría si su silla pasaba a ser ocupada por su archienemigo Kiko Jiménez.
Al enterarse de la decisión de la cúpula, Belén Esteban entraba por teléfono para afear a la dirección que sometiera al colaborador a una consulta pública. "Si contratan a Kiko Jiménez, que le contraten, pero me parece muy mal que se ponga a Rafa Mora en una competición para ver con quién se queda el público", expresó la de Paracuellos, provocando las lágrimas de Rafa.
A pesar de que Rafa Mora ganaba por goleada la encuesta, con el 82% de los votos de los espectadores, finalmente su contrincante acabó consiguiendo su silla en el plató, un puesto que ambos conservan actualmente.
La última vez que Sálvame puso en jaque a sus colaboradores fue en junio del año pasado, cuando Yiya, concursante de Supervivientes 2020, amenazó con robar la silla de uno de ellos. La polémica influencer hizo gala de su carácter explosivo y criticó a varios de los tertulianos para tratar de ganarse un puesto en el plató. El programa utilizó el desafío de Yiya para crear tensión, pero finalmente no incorporó a la joven a sus filas.