Julia Janeiro ocupa la primera línea del foco mediático desde que alcanzara la mayoría de edad el pasado 18 de abril. La hija de María José Campanario y Jesulín de Ubrique se ha convertido -con permiso de Rocío Carrasco- en protagonista involuntaria de la actualidad del corazón.
Sálvame está entre los programas que estos días hacen un exhaustivo seguimiento a la joven. El espacio de Telecinco no sólo ha 'despixelado' a Julia Janeiro y se ha interesado por obtener sus primeras palabras, sino que ha decidido ir un paso más allá y hacer públicos numerosos detalles sobre su pasado.
Este mismo jueves acudía al plató Claudia, una supuesta examiga de la hija del torero, para contar que la joven la había traicionado iniciando en secreto con quien había sido su novio, Brayan Mejía, que actualmente es la pareja de Julia.
Lo que comenzaba como el relato de un conflicto entre adolescentes acababa tomando un cariz mucho más oscuro. Kiko Hernández aprovechaba la presencia de la examiga de Julia Janeiro para preguntarle si conocía la existencia de un turbio episodio que protagonizó la joven cuanto tenía 16 años.
Entre eufemismos e insinuaciones, el colaborador acabó desvelando que la hija de María José Campanario pasó la noche en un calabozo, supuestamente, por robar una botella de vodka en un supermercado.
Pero eso no fue lo más grave que se atribuyó a Julia Janeiro. Hernández también se atrevió a afirmar con rotundidad que la chica y sus padres "no se soportan" y que si Jesulín y Campanario se enterasen de cómo es su vida en Madrid, el torero se presentaría en la capital "y se la llevaría a su casa".
No deja de resultar sorprendente que las mismas personas que minutos antes defendían con vehemencia a una víctima como es Rocío Carrasco, cambien de tono en cuanto lo exige la escaleta para, en connivencia con la dirección del programa, exponer a una chica que hasta la fecha no ha dicho ni una sola palabra ante los medios.
El programa que pregona haber aprendido una valiosa lección por haber sido cómplice de un maltrato mediático y por juzgar a una mujer sin escucharla, ahora contribuye a la construcción de una imagen pública negativa y polémica de una adolescente, sin pararse a pensar en las consecuencias que pueda tener para ella.
Volviendo al relato de Claudia, la examiga de Julia, llama la atención la descripción que ha hecho de la personalidad de la joven: "Es muy rara, o sea, es una buena persona en su fondo pero es muy rara porque al haber tenido la vida que ha tenido nunca se ha fiado de nadie, era muy cohibida en algunos sentidos". También aseguró que Julia "en Jerez se siente muy sola" y que siempre decía que "quería ser anónima".
Ese esbozo de la personalidad de Julia Janeiro le bastaría cualquier persona mínimamente sensata para sospechar que no es una mujer que se sienta cómoda formando parte de los medios y viendo expuesta su intimidad. Sin embargo, Sálvame ha decidido pasar por encima de todo ello y seguir explotando a un personaje que ni siquiera quiere serlo.
Esta situación llama especialmente la atención si se compara con la actitud que el programa toma con la hermana mayor de Julia, Andrea Janeiro. Desde que cumpliera 18 años y decidiera marcharse a estudiar a Londres, el espacio de Telecinco ha respetado su privacidad y jamás han indagado en sus posibles polémicas del pasado ni han llevado al plató testimonios que puedan cuestionarla.
De hecho, Belén Esteban ha sido la única que ha defendido el derecho de la hermanastra de su hija a ser una persona anónima. "Delante de mí, yo respeto todas las opiniones, pero no me gustaría escuchar cosas que no son y que pudieran hacer daño a la niña. Porque a día de hoy no ha vendido una exclusiva. El día que lo haga, ella sabrá qué hace con su vida pero yo lo único que he visto es que ayer cumplió 18 años y la prensa iba tras ella", espetó a sus compañeros.
Y es que no puede aceptarse que un programa dé lecciones sobre cómo proteger a colectivos como las mujeres víctimas de violencia machista y, al minuto siguiente, ofrezca a la audiencia un ejemplo práctico de cómo acribillar a una adolescente que ni siquiera ha participado del negocio.
El caso de Rocío Carrasco debería enseñar a todos los profesionales del medio a discernir lo que es noticia y lo que no, así como a no contribuir a destruir gratuitamente a las personas, mucho menos si son tan vulnerables como una joven de 18 años acosada por las cámaras. De lo contrario, el único mensaje que se estará lanzando es que en Mediaset solamente se defienden las causas que se traducen en rentabilidad.