Uno de los personajes de la semana en Sálvame es Anabel Pantoja. Y más desde que el pasado martes 12 de enero se destapase que tiene una cuenta pendiente que solucionar con su compañera Belén Esteban. Un tema del que ambas preferían no hablar en un principio, y que iría relacionado con la promoción de la línea de joyas que tienen ambas.
Además, como es habitual en el magacín, Anabel se convertía en el reclamo para hablar de todos los problemas que hay en la familia Pantoja. Recordemos que su tía Isabel sigue sin arreglar sus problemas con sus hijos, y además, según ciertas informaciones, considera abandonar España e irse a vivir a México o Miami cuando su madre fallezca.
En el programa de este jueves, parte de la escaleta de Sálvame estaba centrada en abordar las diferencias entre Anabel Pantoja y Belén Esteban, así como la tensa relación que mantiene con la familia de Omar, apodado ‘el Negro’, su prometido.
Harta de la forma en la que la trataban, Anabel llegó a hacer una peineta a sus compañeros, y se quejó de que siempre quieren sacarla "de quicio". “No son famosos, son anónimos y a la familia de mi novio no se le toca” decía sobre esas posibles desavenencias familiares.
"¿Hay alguna llamada más o es algo que queréis cebar para tocarme a mí el clarinete? Si esto es para tocarme el clarinete, participo. Pero, como no lo haya, es hacer daño innecesario", decía en un momento del programa, mientras se decidía a salir de plató.
"¡Se acabó! Esto no me compensa. Gracias por el trabajo”, decía enfadada, quitándose el pinganillo. "España, ¡se lo están inventando todo! Ese es el juego que hacen ellos para sacarme de quicio. A mí no me saca nadie de quicio, la que me voy soy yo”.
Hay que recordar que Anabel Pantoja ha regresado esta semana al plató, tras haber estado unos meses en Canarias de rehabilitación tras un accidente. Durante su estancia en la isla, Anabel, que ayer aseguraba que no tiene nada que esconder y que no va a permitir que se insinúe lo contrario, entraba al programa a través de una conexión de Skype.
Sin embargo, sus intervenciones también suponían un dolor de cabeza para la influencer, y a finales de octubre también se quejó de que le pidiesen hablar de su familia. "No voy a entrar en una guerra entre madre e hijo porque después la perjudicada soy yo. Y por 600 euros no me merece la pena. No me compensa", dijo entonces.