Que el periodismo no tiene horarios a uno se lo enseñan en la universidad. Lo sigue comprendiendo, al crecer, con un “no tienes tiempo para mí” que acaba en discusión rutinaria de pareja. Que el periodismo no tenía horarios se comprende del todo en una redacción con una llamada a la hora del cierre, un “mamá, ¿llegas a la hora del cuento?” y un verano entero de “mamá, hoy vamos a la piscina, ¿cuándo vendrás tú?” como dilema diario, incansable. Pero las cenas románticas las decide la agenda y casi nunca hay cuento (ni beso) de buenas noches.
Un mensaje de buenas noches a tiempo. Irse a dormir escuchando a mamá, sintiéndose a salvo. The Talkies, de Toymail, tienen la voz de mamá y el cuerpo blandito. Puede abrazarse la voz, acurrucularla en la cama y repetirla una y otra vez. Mamá con los teletipos, mamá con el cierre, pero mamá también dentro de la cama, con un beso de buenas noches, un cuento, un “que descanses, cariño” para poder dormir tranquilo.
Bitsy el murciélago, Gory el tiburón, Abe el ratón y Hank el dino. Cuatro opciones, cuatro animales y personalidades distintas en los que convertir a mamá. A mamá, a papá, los abuelos o los primos: The Talkies permiten reproducir hasta diez mensajes diferentes, los diez últimos. Un peluche conectado a WiFi que recibe mensajes de audio desde un teléfono conectado a él previamente. Recibir un mensaje y poder contestar, sin necesidad de que los pequeños accedan a un teléfono. Bitsy, Gory y los demás permiten grabar mensajes y enviarlos de vuelta a mamá, a papá, a los abuelos: se puede seleccionar el destinatario a través de un botón en el peluche y basta con pulsar ‘enviar’ para que el mensaje les llegue.
Un sistema fácil apto para todos. Conectado y compatible con iOs y Android a través de una aplicación para que los adultos la usen. Una app para los mayores, Bitsy para los pequeños. Pero no sólo con papá o mamá a través del Smartphone, también entre ellos. El peluche parlanchín permite mandar mensajes a otros como el. Secretos de habitación a habitación, un “¿te has dormido ya?” a escondidas sin el riesgo de ser vistos por los mayores.
Un sistema de comunicación no apto para aquellos que ven sombreros donde hay boas comiendo elefantes, no apto para los mayores, esas personas que sólo se preocupan por los números. Bitsy, Gory, Abe y Hank no tienen números, sólo cuatro botones y una conexión WiFi para deshacer barreras de tiempo y espacio y escuchar a mamá una y otra vez antes de dormir. O al despertar.
Toymail llegó a Kickstarter con un producto de prueba, buscando convertir los juguetes normales en juguetes conectados. La idea inicial era convertir un juguete en un teléfono. Pero fue más allá, no se conformó, lo llenó de material blandito y convirtió el juguete en un compañero de aventuras, de siestas y de insomnios: en Talkies. Ahora los mensajeros abrazables están disponibles a través de la web de la marca en pre-order por un precio de 79 dólares y 20 dólares de gastos de envío, según indican en su página web.
Ponerse el pijama, lavarse los dientes y que ningún teletipo de última hora estropee las buenas noches. Que Bitsy sea mamá, Gory sea papá y Abe y Hank, los abuelos. Que el periodismo no tiene horarios (entre otras profesiones) cuesta explicarlo. Pero que al menos cuente cómo otros hacen inventos para sobrevivir a los efectos colaterales de cierres, teletipos y cortes de última hora. Todas las personas mayores, decía Saint-Exupéry, fueron antes niños. Niños que no van a renunciar nunca al cuento de buenas noches, aunque hoy sea un animal de peluche con voz de mamá el que diga “que descanses, cariño”.