Es indignante comprobar, cada vez en mayor medida, cómo el Gobierno retuerce las interpretaciones para defender sus intereses, no los de los españoles.

Comparar la miseria que reciben provincias como Cuenca, Soria o Teruel, para evitar su creciente despoblación y pobreza (y a cambio de generar puestos de trabajo), con el pacto fiscal con Cataluña, cuyo objetivo fundamental es, para el Gobierno, el de que Salvador Illa ocupe el puesto de presidente de la Generalitat y para los partidos nacionalistas, conseguir mayor cuota de independencia respecto de España, es torticero, malintencionado e irrespetuoso.

La ignorancia de una gran parte de la población, impulsada desde algunos gobiernos con políticas educativas inútiles e interesadas, permite que actores políticos de escasa talla moral (y/o también de escasos conocimientos) se permitan hacer afirmaciones como la de la portavoz de la Ejecutiva del PSOE, respaldadas por la ministra Alegría, para más inri, ministra de Educación y Formación Profesional.

Es muy preocupante la deriva que ha tomado la política española. Los ciudadanos asistimos, atónitos y maniatados, a la destrucción de nuestra democracia, de nuestro país, de nuestra cultura, de nuestra historia y de la clase media, que tantos y tan buenos frutos y resultados han dado a los españoles.

Y todo ello por el egoísmo y la avaricia de los políticos que no sólo permite sino que potencia nuestro sistema de partidos y electoral.

Y lo preocupante es que el origen del mal tiene difícil solución, pues son quienes se benefician del sistema quienes lo tienen que modificar.

¡Menudo futuro tenemos por delante!

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