Desde hace ya mucho tiempo, y cada vez con un mayor ahínco, estamos asistiendo en España a una destrucción completa de la convivencia.

Algunos políticos sucesores de las mitológicas sirenas, a modo de lobos alfa entre borregos anestesiados, con sus cantos y el marketing asociado, desestructuran el lenguaje y lo que se tercie para conseguir cualquier fin.

Hay que taparse los oídos con la verdad y recordar génesis e historia para sobrevivir a semejantes ataques. Y, si algún lector, a estas alturas, se pregunta eso de pero ¿qué es la verdad?, basta que cambie "verdad" por "logica", y siga leyendo si le place.

Entre otras cosas, con eso de gestionar desde más cerca para mejor fin, han visto pasar tanto tiempo a su lado el dinero generado por el IVA, sin ser de nadie, que al final lo quieren suyo: eso es el poder dedicarlo a lo que les plazca.

Históricamente, el IVA se ha recaudado jerárquicamente, con un destino único, las arcas del Estado, y con un gestor único, ese mismo Estado.

Como forma de gestión, las empresas son las últimas responsables de llevar ese dinero a su lugar correspondiente, y en particular a través de las sedes sociales de las mismas. En ese sentido, la recaudación está ligada al territorio: pueblo, capital, región o autonomía.

Y aquí, los cantos de sirena retuercen la realidad de la forma que les conviene, generando una confusión que oculta la manipulación del concepto mismo.

Cuando un niño compra donde sea un paquete de pipas, las empresas responsables de que dicha bolsa llegue ahí, que pueden no estar ni en su pueblo ni en su autonomía siquiera, ya han ido adelantando el IVA correspondiente, aunque sea a 2.000 km de allí...

Pero el dinero no es de nadie a 2.000 km de distancia: sigue siendo del niño que compra en su pueblo o ciudad, que es quien realmente pone ese dinero.

Irlo gastando a trozos según las diferentes distancias y autonomías que correspondan, como si fuera suyo, es decir, hacer uso de ese dinero sin ser suyo, no deja de ser más que robar a un niño, aunque sea un robo prorrateado y con la falaz excusa de la forma de recaudación.

Mientras que el lenguaje sea reo del marketing que falsea la realidad original, seguiremos siendo reos de los cantos de sirena, y seguiremos encallando en los acantilados de nuestra propia historia.

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