Lo tenían en sus manos. Podían haber conseguido expulsar al dañino Sánchez del Gobierno. En vez de eso, prefirieron pelearse en las semanas previas a las elecciones y alertar y movilizar todo el voto de izquierda y de la gente, que bien conducida por la manipulación mediática, se sintió angustiada por un gobierno en el que Vox tuviera cabida.
En esta España de Sálvame Deluxe y eslogan barato, sin apenas formación política, a nadie medianamente inteligente se le debería haber escapado el control que sobre la opinión pública iba a ejercer un Sánchez herido de muerte tras las elecciones del 28-M. Un político sin escrúpulos que ha pactado con quien ha pactado y ha cedido lo que ha cedido para mantenerse en el poder. El régimen constitucional del 78, el que ha permitido a España el mayor tiempo de estabilidad y prosperidad, ha muerto, definitivamente, con la inestimable ayuda de dos partidos, PP y Vox, que no han tenido altura de miras.
La derechita cobarde y la derechota gritona han facilitado a Sánchez culminar el proceso de desintegración nacional que empezó Zapatero.
Gracias, Alberto. Gracias, Santiago.